30. Es tiempo | Aukallama Radikal

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Gerniel Feat. Rose

«Amor, inexplicable. Tu vida diste en la cruz. Tuyo soy por siempre»

Nadie sabe qué fue lo que pasó con exactitud.

Gerniel hacía la fila en el comedor. A su lado, Rose sostenía dos fuentes.

-Toma -dijo Rose, tendiéndole la suya.

-Gracias por tomar una bandeja.

-¿Llegaste a saber algo más?

Gerniel miró a su pequeña amiga. Era ligeramente más alta que Nimzaj, pero no tanto como Noa. Para ser más preciso, era de la estatura de Aicerf. La había conocido hace mucho tiempo, cuando comenzó a estudiar en la universidad.

-No -contestó Gerniel-. La verdad es que no sé nada. Solo lo que te comenté ayer: El chico no se congregaba, era su primer campamento aquí y al parecer era un metahumano.

-Toda esta situación me parece extraña -medita Rose. Uno de los encargados le entrega una taza de café con leche y la coloca en su bandeja.

- ¿Por qué? -preguntó Gerniel, fingiendo extrañeza. Tomando cuatro panes con mermelada y mantequilla.

- ¿No lo notas? Primero, el chico que pierde el control frente a todos. Luego, anteayer, el incidente con los prisioneros que escaparon de la cárcel en la noche. ¡Nos hicieron despertar a todos! Luego ayer en el almuerzo, un chico y una chica pierden los papeles y comienzan a usar sus habilidades para matarse mutuamente. ¿Eso te parece normal?

-No -contestó Gerniel secamente-. Sin embargo, estás pasando algo por alto.

- ¿Qué? -exclamó Rose, sentándose molesta sobre una banca.

- ¿Dónde están esos chicos ahora?

- ¿Cómo que dónde? Es obvio que los enviaron a casa.

-Te aseguro que no es así. Me organicé con los demás para mantener vigilada la salida sin que nadie se enterara. Nunca salieron del campamento. Algo está pasando aquí, Rose, y creo que...

Gerniel se queda callado y Rose lo mira.

- ¿Gerniel? -preguntó- ¿Estás bien?

-Tenemos que hablar con los demás -dijo Gerniel levantándose bruscamente-. Toma los panes y vámonos.

Pasaron por los juegos mientras que Gerniel se metía un pan a la boca. A solo un metro detrás de él, también corriendo, Rose le gritaba:

- ¡Dime por qué estamos corriendo!

- ¡Lo resolví! ¡Sé que está pasando!

Recorrieron el exterior de la piscina y llegaron a la cancha de básquetbol. En su camino, los otros camperos habían desviado la vista hacia ellos, mirándolos sospechosamente.

- ¿Dónde están? -preguntó Rose, agitada.

-Dijeron que estarían aquí a esta hora -soltó Gerniel mirando de un lado a otro.

-Gerniel, la próxima vez que corramos así me vas a tener que cargar.

-No sería la primera vez que cargo a alguien aquí.

-Espera, ¿qué?

-Hace unos tres años cargué a Gerart, y Noa nos tomó una foto. Creo que todavía la tiene en su computadora.

-Y ¿por qué lo cargaste?

-Es una larga historia y no tenemos tiempo para eso. Vayamos hacia la cancha de minigolf, quizá estén ahí.

Caminaron un poco más y Rose pudo ver a sus amigos. Cuando estuvieron reunidos Gerniel comenzó a explicarles lo que acababa de descubrir.

-Pero, ¿qué tiene que ver que los chicos hayan desaparecido con la forma que nos dieron en la inscripción? -preguntó Faen sin entender.

-La forma era una advertencia que decía literalmente: «Quien sea descubierto usando sus poderes será retirado de inmediato», pero ¿y si no nos descubren? Además, también dice que será retirado, jamás especificaron que nos mandarían a casa.

-Gerniel, lo que tratas de decirnos es que la Sociedad Pastoral está realizando una especie de conspiración para atrapar metahumanos -analizó Baed-, pero ¿por qué? ¿qué ganan ellos con esto?

-Eso no es posible -argumentó Faen-. Somos cristianos, jamás haríamos este tipo de cosas.

-Tienes razón, Faen -Gerniel los miró a todos-, sin embargo, mira nuestra situación, es exactamente lo que está pasando.

-A TODOS LOS CAMPEROS -rugió una voz de los parlantes que había en todo el campamento-. ACÉRQUENSE CON SUMA URGENCIA AL ÁREA LIBRE CERCANA A LA PISCINA. SE INICIARÁN LOS JUEGOS GRUPALES.

Rose caminaba lentamente junto con sus amigos. No decían nada. Una vez que llegaron al área que les asignaron vio que los pastores y muchos de los líderes de las cabinas estaban parados en medio.

-Jugaremos Matacholas -dijo uno, por el altavoz-. Solo existe una regla: Si alguno de ustedes es golpeado por esta bola de talco queda fuera.

Cada uno de los pastores y líderes levantaron unas bolas llenas de talco.

- ¡El juego comienza ahora! -gritó.

Los jóvenes alrededor de Rose comenzaron a correr contra los pastores, incluyendo a sus amigos. Ella hizo lo mismo. Pudo ver como muchos eran golpeados por las bolas de talco y creaban pantallas de polvo blanco. La bola parecía moverse de manera antinatural, como si las leyes de la física no se aplicaran a ella. De repente, mientras que corría entre la gente, notó que Gerniel estaba a solo un par de metros lejos de ella.

- ¡Gerniel! -le gritó.

Su amigo giró la vista en su dirección y sus ojos se abrieron como platos. Gerniel comenzó a correr hacia ella, cuando estuvo cerca se lanzó y la tiró contra el césped. Un líder con su matachola pasó rápidamente. Un instante después, ambos amigos se pusieron de pie.

-Tuve un deja vu -dijo Gerniel mirando agitado de un lado a otro, vigilando que nadie viniera contra ellos.

- ¿Por qué? -preguntó Rose, también agitada.

-Hace unos años jugamos lo mismo con Noa, en este mismo campo. Por su culpa me mataron dos veces.

-Pensé que solo podías morir una vez.

-Detalles. Simples detalles.

Luego de varios minutos Solo quedaban unos cuantos. Rose, estaba parada al borde del área libre. De sus amigos de la Iglesia, solo quedaban Gerniel y Faen -que de alguna manera había logrado sobrevivir-, entre los últimos quince sobrevivientes.

-Bien. Cada equipo recibe quince puntos por sobreviviente -anunció alguien por los parlantes.

Llegó la noche.

Estaban dentro de Capilla. Las canciones y prédica habían sido geniales. Muchos jóvenes estaban tomando decisiones que cambiarían sus vidas. Todo iba genial. Iba...

-Hoy es la última noche así que nos reuniremos después de la cena para la fogata, pero antes de retirarnos quisiera darle la bienvenida a este lugar a quien hizo el campamento de este año posible. El Rector de Academia.

Las palmas no se hicieron esperar. Todos los jóvenes sabían quién era el señor vestido con un saco largo negro. Todos, salvo un pequeño grupo de jóvenes que no aplaudía.

Rose miraba a su alrededor, viendo como sus compañeros de cabina aplaudían, al igual que los pastores y líderes, cuando sus palmas estuvieron a punto de chocar una contra la otra -ya que ella también sabía quién era el señor-, se detuvieron en seco. Poco a poco las palabras de Baed iban cobrando más sentido en su cabeza. Poco a poco le encontraba más lógica.

«Una conspiración para atrapar metahumanos»

Laztrasti: Academia | Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora