Cuando el cielo oscurecía ella no podía evitar mirar hacia arriba. Siempre lo hacía con la esperanza de volver a verlo, con esa nostalgia de sentir sus brazos rodear su cuerpo, sus labios besar los suyos así como cada centímetro de su piel.
-Te acompaño a tu apartamento -Se había girado para ver el hombre con quien había salido esperando tomar su mano
-No es necesario, puedo volver sola -Le sonrió con la simpatía que la caracterizaba, pero chico negó.
-Insisto
No tuvo otra opción que aceptar, no quería tomar su mano pero aun así lo hizo porque necesitaba recordar lo que significaba es acción. Si se sentía incomoda ¿Por qué estaba con él? Despecho, era la respuesta.
Había pasado mucho tiempo desde que « él » se fue y la había dejado sola a su merced. Ella se había vuelto dependiente de él, tenerlo cerca era una necesidad que nadie podía saciar. Nadie podía llenar el espacio en su cama y nadie era suficiente para emitir el mismo calor en un abrazo como él.
Por esa razón salía con hombres que pudieran hacerla sentir algo, pero ninguno lograba despertar esa llama que necesitaba para ser feliz.
-Es aquí -Dijo la castaña mientras se despedía del chico dándole un corto beso en los labios, era lo menos que se merecía, el chico la había tratado como un reina y le había dado la cita perfecta.
-¿Te llamo luego? - Quería decirle "No lo hagas, no te quedes porque no vas a recibir nada de mi"
-Si -Susurró entrando al edificio antes de que rompiera en llanto.
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En el momento que un gran amor te desilusiona sientes como tú corazón cae en picada sin paracaídas y sin una noción de dónde se encuentra el suelo para morir de una vez. Solo sientes ahogarte en un mar de cólera.
Dejó caer las llaves de su apartamento derrotada, pegó su frente a la puerta mientras dejaba salir lo que esperaba que fuera la última lágrima. Ya estaba harta de que su corazón doliera por alguien que ya no iba a volver. Ese chico de quién se despidió merecía amor, amor que ella no le podía dar pero que trataría de buscar para que pudiera ser feliz.
-No importa cuántas lágrimas derrames, tú rostro siempre será mi favorito
Cerró los ojos exhausta. Esa voz mandó una onda eléctrica a su cuerpo para revivirlo. Su voz era la melodía perfecta para hacerla sonreír.
-¿Qué pasa mon amour? ¿Dónde está esa sonrisa que me encanta ver? -Cuando se giró sintió como sus piernas colapsaban.
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