Los tacones se escuchaban como un eco por toda la oficina, la jefa había llegado. La puerta se abrió dejando pasar a uno de los personajes más influyentes del país, con su delgada figura, elegancia, belleza e inteligencia, Jennie Kim venía para dejar a su paso solo rachas de éxito.
Los empleados la dejaron pasar y bajaron sus miradas para mostrar respeto a su jefe. La castaña entró a su oficina y soltó un sonoro suspiro frustrado.
Todos sus proyectos, todo lo que tenía en mente se había ido al carajo solo por una tonta clausula. Estaba frustrada, muy enojada sobre todo, no tenía idea de cómo terminaría sus proyectos sin ese dinero, tendría que atrasarlos otros dos años y ya no tenía tiempo, su empresa no podía estar en el número dos, el nombre de su empresa no podía estar bajo el nombre de la empresa de ese imbécil.
Pero tenía la soja en el cuello, la tenía y necesitaba un escape y justamente cuando bajó la mirada y observó dos de sus revistas y quien aparecía en la portada de una de ellas, la idea llegó.
—Señorita Lee. —Habló por el intercomunicador—. Comuníqueme con el señor Taehyung
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La enemistad de ambas empresas era tanta que ninguno de los dos podía verse, cada año había una competencia por quien aparecía como número uno en las revistas del más influyente o que empresa tenía más valor de marca.
Taehyung tenía un rostro de ángel pero era el mismísimo diablo, lo que tenía de guapo y ardiente lo tenía de astuto. Sabía manejar a las personas a su antojo y siempre se iba al lado que mejor le conviniera. Él no odiaba a Jennie, en realidad le gustaba la enemistad que tenían, era divertida pero en secreto la admiraba pues ella era una pesadilla vestida de un dulce sueño.
Pero Taehyung, el gran Kim Taehyung no podía subestimarla, él siempre tenía peros y trucos bajo la manga.
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Todos en la empresa Vcompany observaban a la deslumbrante Jennie Kim caminar por sus pasillos. ¿Qué demonios está haciendo Jennie Kim en ese lugar? Si, su odio tampoco era un secreto para los empleados de ambas empresas.
