El boom de la música comenzó a retumbar en su pared tan fuerte que los cuadros colgados en este cayeran. Jisoo se levantó de la cama, estaba furiosa, sus ojos se dirigieron al reloj junto a ella. 3:00am
—Lo voy a matar. —Susurró saliendo de la cama.
Cuando abrió la puerta, la música se intensificó, caminó hasta el departamento de a lado y golpeó la puerta con el puño cerrado y con tanta fuerza que parecía que la rompería.
—¡Lee Taeyong! —Gritó su nombre repetidamente—. ¡Sal maldito infeliz!
La relación de Jisoo y Taeyong, perdón, corrijo, la guerra entre estos dos inició inmediatamente después de que Jisoo se mudara al departamento de junto. Lo admitía, en un principio lo considero un sueño hecho realidad, alto, con facciones tan delicadas que parecía que los mismo dioses lo habían moldeado, el porte de chico malo, la vestimenta de chico malo, todo en él era el cliché que necesitaba en su sosa y muy monótona vida. Pero... el encanto se rompió cuando Jisoo se dio cuenta que era un infeliz de lo peor.
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E inmediatamente iniciaron una guerra. Si Taeyong ganaba el cuarto de lavado, ocupaba las cinco lavadoras dejando a Jisoo sin nada y ella simplemente mezclaba su ropa para que sus calcetines se tiñeran de rosa.
Si, una guerra.
Y después de patear la puerta, esta se abrió. Mostrando a un alcoholizado Taeyong el cual tenía una enorme sonrisa llena de satisfacción al ver el rostro furioso de Jisoo e inmediatamente su intensa mirada la escaneó hasta dar con sus pantuflas de conejo. }
—¿Se te ofrece algo, vecina?
—¡Baja la maldita música!
—No. —Y a punto de cerrar la puerta en su cara, Jisoo puso el pie.
—Son las tres de la mañana, baja la música y se un buen vecino por primera vez en tu vida. —Taeyong alzó amabas cejas como si estuviera considerando la petición de Jisoo, la volvió a escanear. Con esas pantuflas de conejo nadie la tomaría enserio.
—Con una condición. —Quizás en otra ocasión Jisoo lo insultaría, pero estaba tan cansada de salir de turno que haría lo que fuera por dormir un poco.
—Habla.
—Pídelo pero haciendo aegyo. —Sí, lo golpearía. Respiró profundamente, cruzó los brazos y trató de desviar la mirada maldiciendo en voz baja. Es un infeliz de lo peor, pero le había tocado la sala de emergencia en plena final de beisbol por lo que esta estaba repleta de miles de accidentados, así sí, haría lo que sea por dormir.— Y bien...
—Oppa podrías bajar la música. —Un puchero en su boca, su voz aniñada, y sus ojitos bien abiertos eran una combinación muy tierna que Taeyong jamás había visto y eso lo hizo sonreír y reír al mismo tiempo, también admitió que le dio un poco de cringe verla así.
