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Eran las dos y media de la mañana y Sehun recién salía de un club nocturno oculto en la zona oscura de la ciudad. Al salir, Sehun respiró hondo para tratar de bajar el alcohol de su sistema. Observó a su alrededor y comenzó a escuchar como todo el mundo corría por las calles perseguidos por los policías, él no tenía problemas siendo un alfa el parlamento había impuesto el toque de queda para ciertas razas, los beta y omegas no podían salir por su seguridad, pero parecía que eso no les importaba en lo más mínimo.
Sehun nunca se metía en la política, era algo que consideraba innecesario, tenía los privilegios de un alfa impuestos por un gobierno dirigido por alfas, así que nunca terminaba afectado, siempre que tenía la oportunidad de evitar a las demás razas lo hacía, no por cuestiones discriminatorias, simplemente ante los ojos de su padre y la responsabilidad que caería sobre sus hombros, no quería ceder a sus deseos.
Pero recientemente había una depuración de una raza que creían extinta, los deltas según el gobierno se esparcieron como una plaga la cual tenían que exterminar, nada podía afectar su sistema "perfecto", por lo que el toque de queda implicaba la cacería
Se detuvo para fumar antes de cruzar la calle, observó la luna y negó con su cabeza y justo antes de encender su cigarrillo un delicioso aroma se coló en sus fosas nasales, era fresco con pequeños toques dulces... fresa, era fresa.
Su lobo interior comenzó alterarse, algo dentro de su pecho se removía violentamente, incluso un escalofrío le recorrió el cuerpo conforme inhalaba el olor en el aire. Observó su reloj, faltaban veinte minutos para que sonaran las sirenas y el toque de queda iniciara, no podía estar en la calle, no podía arriesgarse a estar en medio del fuego cruzado.
Pero Sehun ya no era participe de sus movimiento, se dejó llevar por sus sentidos. El aroma se volvía más intenso tan delicioso que su piel se estremeció
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Mierda, era la primera vez que le pasaba esto y justo por esa zona
Pero ¿por qué ahora?
¿Por qué demonios tenía que ser ahora?
Su lobo interior no dejaba de alterarse, incluso sus extremidades comenzaron a temblar al intenso llamado que sentía. Un grito, fue un grito lo que había escuchado.
