Su corazón latió deprisa, sus manos comenzaron a sudar mientras parpadeaba repetidamente para darse cuenta de que no se trataba de un espejismo. Era él.
Dos oficiales de policía lo escoltaban, sus muñecas se encontraban esposadas tras su espalda mientras caminaba por los pasillos con el mismo porte imponente.
Todo se fue al carajo cuando sus miradas chocaron. Era miembro de una de las bandas de crimen organizado más buscadas del país.
Este, arqueó su ceja divertido luego de ver la placa que ella tenía. Ella era una policía.
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Tres días antes.
Yuqi rodeó los ojos ligeramente fastidiada, lo menos que quería hacer después de un largo turno era ir a festejar, pero se rindió luego de enterarse del ascenso de su mejor amiga.
Tenía que beber y bailar por ella.
Y eso hizo.
El club de Moonwalk era el lugar perfecto para un buen festejo, lleno de alcohol de calidad, música perfecta para bailar y una buena seguridad. Yuqi esta vez no era una detective, era un chica común y corriente que bailaría hasta que no hubiera un mañana.
En cuanto entró a ese lugar, las luces neón la cubrieron acompañado de divertidos láser que apuntaban a todos lados. Su mejor amiga comenzó a brincar y moverse al ritmo de la música, lo admitía, era adictiva. Al estar en la barra del bar, ambas chicas tomaron un shot de vodka para entrar en calor.
Yuqi gruñó luego de sentir el ardor en su garganta y el desagradable sabor en su lengua.
—Ya no bebere, tengo que cuidarte — Su amiga puso los ojos en blanco y negó acercando a la pequeña chica a su cuerpo.
—Baila querida, hoy no eres una detective, mueve tus caderas hasta el suelo y permite que el diablo bese tu trasero
Yuqi estalló en un carcajada pero asintió. Bailaría con ella, se lo debía, siempre cancelaba las reuniones.
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