... seguía en silencio esperando el buzón de voz ¿Dónde demonios se encontraba? Eran casi la media noche y no tenía ni idea de donde estaba, rendida apagué las luces de mi habitación mientras escucha las primeras gotas de lluvia de esa noche.
Nuestra relación empezó de forma extraña, un viernes en la madrugada, en el cumpleaños del chico que lleve tres años enamorada. Ese día caí en cuenta que no valía la pena seguir dándole luz a alguien que me veía invisible.
De inmediato Lucas se volvió mi todo y no sabía porque, quizás porque él también estaba roto y dicen que cuando dos personas están rotas son perfectas para sanar o destruirse.
Yukhei no era un chico malo, al contrario él era bueno, demasiado, pero a la personas les gusta juzgar antes de conocer a alguien. Yukhei era la perfecta combinación de caos y paz.
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Abrí mis ojos ante un extraño sonido y una silueta se encontraba frente a mi, no tenía porque asustarme, sabía quien era.
— Ya es una costumbre que entres por la ventana ¿No lo crees?.—
Él no dijo nada sólo se dejó caer junto a mi y en un intento por encender la luz el me giró.
— No lo hagas.—
Fue el instante que supe que algo estaba mal.
— ¿Por qué cada vez que algo malo te pasa vuelves a mi?
— Eres la única que sabe como hacerme sentir mejor— Sonreí porque me sentía feliz escuchar eso, pero odiaba que fuera así siempre.
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—Y... porque tus almohadas son muy cómodas — Trató de burlarse pero sintió mucho dolor.
— ¿Lo golpeaste?.— Más que regaño era preocupación.
— Se lo merecía.—
Negué con mi cabeza mientras veía la nítida figura de Yukhei. Mis manos tocaron su rostro y frunció el ceño al sentir como tocaba aquella herida en su labio.
— Doyeon...—
Había susurrado, aquella acción me hizo sentir feliz, me gustaba escuchar su voz de esa forma.
— Doyeon, bésame por favor...
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Y le entregué lo que tanto me reprimí darle. Un beso.
Una vez alguien me dijo, con un beso tienes la opción de olvidar o revivir.
