El escribía en una cafetería de la esquina, siempre se sentaba en la tercera mesa a la derecha cerca del ventanal, tomaba un expreso y a veces comía un panqueque, se ponía los auriculares a un volumen exageradamente alto y duraba aproximadamente una hora y cuarenta minutos escribiendo en una pequeña libreta de cuero negra, el resto del tiempo es lo que tomaba de la cafetería al edificio de lenguas.
Los mejores días para escribir era durante un día nublado, frío o en un tormenta eléctrica, muchas veces Hyunjin escogía la playlist dependiendo de su día o estado de ánimo.
E ahí los preciosos poemas que escribía.
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Pero su verdadera inspiración llegaba justamente veinte minutos después de que él llegara.
Una chica alta y delgada, cabello anaranjado ligeramente largo enmarcando su pequeño rostro y sus facciones.
Ella se sentaba al otro extremo cerca del ventanal pero con otra vista muy diferente de la calle, muchas veces sacaba un cuaderno y muchas veces dibujaba en este o eso creía que hacía. Ella no tomaba café, parecía que le gustaba el té y al igual que él, pedía un panqueque de moras. Por lo que él veía en ella notaba que era mayor, quizás por unos tres—cuatro años.
La primera vez que lo pilló observándola, Hyunjin desvió su mirada a la libreta que tenía en sus manos, el corazón le latió tan fuerte que tenía miedo que fuera escuchado y sus mejillas simplemente ardieron.
Lo ponía nervioso y muchas veces no sabía cómo entornar una conversación, a veces un simple hola no era suficiente. Esa chica estuvo en su mente por largos días y la curiosidad solo aumentaba cada día más.
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La primera plática que tuvieron fue de unos dos o tres minutos que para él fueron una eternidad. Había salido tarde de su clase de apreciación contemporánea por lo que llegó exactamente veinticinco minutos tarde a esa cafetería.
La lluvia empapó su chaqueta y cuando la campanita de la entrada sonó, el primer lugar en lo que enfocó su atención fue en la chica, quien había alzado su mirada esperanzada haciendo nuevamente contacto visual con él, avergonzado desvió su mirada. Pudo ver por el rabillo de su ojo como ella sonreía.
