Túnel de árboles

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Cuando cumplí 18 años, traje un libro de la escuela: "Hasta que volvamos a vernos" de Jamie Ford. Llegué a casa y me percaté de un papelito adentro que decía: "túnel de árboles 18:30". Mi curiosidad me mataba, y aunque mi casa era muy lejos, caminé una hora para llegar al túnel.

Mi mamá jamás me hubiera dejado ir, ella se esforzaba mucho por cuidarme, pues mi padre, según ella, nos abandonó y murió en Argentina, cuando yo aún era bebé.

A las 18:35 no había nadie, y decidí volver. De repente, veo una moto yendo al túnel. Era mi profesor de literatura. No sé qué hacía allí.

Al otro día, al abrir de nuevo este libro en el colegio, encontré otro papelito que decía: "¡perdóname por no llegar a tiempo!"

Ese fin de semana llovió todo el día y leí el libro completo. Lloré muchísimo. El lunes, cuando el profesor entregó el examen de literatura, no me importó ver el número uno escrito en rojo. Era el mismo uno de 18:30. Todo tuvo sentido.

Esperé que todos se fueran. Le pasé el libro y le miré bien a los ojos. Le dije: -papá -y empecé a llorar. Él se paró y me abrazó fuerte. -Quería que este momento fuera en un lugar tan lindo como el túnel de árboles -me dijo. Yo tenía miles de preguntas sin respuestas, pero solo dije: -gracias papá -y me gustó como esta nueva palabra sonaba en mi boca.

 Yo tenía miles de preguntas sin respuestas, pero solo dije: -gracias papá -y me gustó como esta nueva palabra sonaba en mi boca

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