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Después que nos casamos empezaron las bromas relacionadas con nuestros futuros hijos. "Cuando tengan un hijo va a nacer con un computador en las manos y digitará su propio nombre", decían riéndose. Hasta yo me reía y me acordaba de eso cuando lo veía trabajando en su computadora. ¡¿Qué mal tenía casarme con un informático?!

Y entonces pasé muchos días sintiendo que me daba la corriente en mi barriga. Cuando el doctor miró mi ecografía, no solo comprobó que estaba embarazada, también fue testigo de que todas aquellas bromas se harían realidad.

"Como puedes ver el cordón umbilical en realidad es un cable USB 3.0.", me dijo. "Cada vez que sientes una descarga eléctrica su bebé está transfiriendo datos a su cerebro. Así que no te asustes, para un hijo de un informático eso es totalmente normal." "¿Totalmente normal?", contesté asustada. ¡Nunca había escuchado algo así en toda mi vida!

Tuve que adaptarme a mi bebé, no importa como fuera, igual lo amaría. Decidí no hacer más ecografías por el daño que le podía causar a su sistema, así que en el día del parto yo estaba sumamente ansiosa. ¡Ya quería abrazar a mi hijo!

Me hicieron dormir y, ¡no se imaginan la sorpresa que tuve cuando desperté! Mi marido me miró con una cara de felicidad, me pasó un pendrive y me dijo: "Aquí está nuestro bebé. ¿Quieres que lo instalemos en tu celular o en el mío?". Miré mi panza y allí ya no había nada más.

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora