Sonrisa artificial

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"¿Quién iba a decir que en el año 2035 las sonrisas se venderían?"
Eso decía mi mamá mientras hacíamos fila en el supermercado para cargar algunas dosis de sonrisas.

Yo nací en el año 2020, y lo que recuerdo de mi infancia es que fue un periodo donde el planeta estaba plagado por una ola de melancolía. Las sonrisas se extinguieron y los que nacimos después de eso, no las alcanzamos a conocer.

Entonces, luego de 10 años grises, inventaron la sonrisa artificial. En los dos primeros años salía carísimo comprarla. Para ser feliz era necesario tener mucho dinero. Ahora todo ha cambiado. Hace unos tres años que los precios bajaron y la mayoría de las personas tienen acceso a ello.

Lo primero que uno debe hacer es ir a la farmacia para que te pongan un pequeño chip bajo la piel. Después puedes ir al supermercado a cargar la cantidad de sonrisas que quieras.

El único problema es la adicción. El mecanismo que nos hace sonreír también nos transmite la sensación de felicidad. ¿Quién no se quedaría adicto a algo así?

Hoy, después de una larga fila, nos dijeron que las sonrisas estaban agotadas. Al parecer un vírus ha dañado el sistema.

Ahora, luego de algunas horas, el mundo ya se ha vuelto un caos. A mí me queda una sonrisa de reserva, pero no cuentes a nadie, la guardaré para "el día más feliz de mi vida", o al menos mi idea es tener un día así.

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora