Justin seguía acostado en su habitación oscura. Desde que le diagnosticaron cáncer terminal y le enviaron a casa sin nada más que hacer, su vida era básicamente tomar analgésicos y dormir. Sus padres adoptivos habían hecho todo lo posible para salvar la vida a este joven de 20 años de edad. Ellos le habían dado todo lo que él quería y sentían que con esto había bastado para que él fuera feliz. Y nunca le contaron que él era adoptado.
Infelizmente, las cosas no eran como ellos creían. Justin, siempre se había sentido triste, y ahora más que nunca, se sentía solo y desorientado. No estaba preparado para afrontar algo así. Claro, nadie lo estaría. Pero su caso en particular era aún peor, porque, aunque nadie sabía, él siempre se había sentido como una pieza que no encajaba en su familia. Lloraba todo el día desconsoladamente.
Hasta un lunes por la mañana, ya que, desde este día, y durante todo su último mes de vida, una melodía invadió su casa durante todo el día. Melodía que él sentía tan raramente cercana a él. Ahora hasta su dolor más profundo le parecía soportable.
Mientras tanto, su nueva vecina, Jessica, una joven mujer con 36 primaveras bañadas en remordimiento y dolor, todas las tardes se sentaba a tocar Chopin, Beethoven y Mozart. Cuando era adolescente, se había quedado embarazada, pero sus padres la obligaron a dar el bebé en adopción. La música, desde entonces, era su escape.
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Un viaje a través de mis Microcuentos
General Fiction¿Te cuento un cuento? Entra para viajar por estas páginas donde en tan solo un minuto podrás sentir y vivir lo que tu imaginación o pensamientos te quieran pintar. Porque aquí lo único que haré será escribir, ¡todo lo demás te toca a ti! Microcuen...