El libro desaparecido

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Todos los días me iba hacia aquel camino, abría la puerta de mi heladera, daba la vuelta detrás del congelador, bajaba las escaleras en formato de cubos de hielo para refrescarme el alma.

El suelo era mar congelado, y un día, por curiosidad esquimal, hice un agujero circular para pescar. De hecho nunca me ha gustado pescar, pero, ¡bienvenidas las primeras veces!

Tenía en mi bolsillo una goma de borrar, así que sin pensarlo mucho decidí usarla como carnada. La primera vez lo único que pesqué fue un resfrío, estuve una semana en cama en el peor aburrimiento. Pero luego de eso volví a mi escondite y a mi intento de pescadora. Por esta vez, mientras esperaba, me puse a recitar poesías que me gustaban. Entonces para mi gran sorpresa algo agarró la carnada, o sea, el borrador.

Con toda la fuerza, que no tienen mis marchitos músculos, tiré la caña de pescar. Entonces me caí hacia atrás mientras el "pescado" me golpeaba la cara. Fue raro e increíble a la vez. Cuando pude sentarme a investigarlo de cerca, ¡¡me percaté de que había pescado un libro!!

La portada me pareció genial, así que lo abrí muy entusiasmada. ¡Nada! El libro estaba completamente ausente de palabras.

"¡Maldito el día que usé una goma de borrar como carnada!" - pensé tristemente. Pero lo peor no era eso, la peor parte era no tener la menor idea de la procedencia del libro, ni saber si en alguna parte alguien lloraría su ausencia.

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora