Museo

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Todos los días Claudia Pérez se iba a un museo de artes, a sentarse en el mismo asiento, frente a un cuadro de un pintor desconocido.

Le llamaba tanto la atención aquella obra, no solamente por los colores usados, sino porque se notaba que tenía un mensaje, algo escondido entre la mezcla del verde del pasto, los diferentes tonos de azul del cielo y el anaranjado de la plantación de girasoles.

Claudia tenía a todos los funcionarios del museo molestos por todas sus preguntas sobre quién era el artista.

Entonces, a fines de mayo, cuando la luz del sol empezaba a iluminar el cielo de su ciudad, ella sintió que ya era el momento de pasar página y ordenar las pertenencias de su fallecido esposo, que, desde hacía más de dos años, estaban guardadas en una pieza abandonada, que antes él usaba para escribir, ya que trabajaba como crítico literario.

Solo habían vivido un año juntos, antes del trágico accidente que quitó su vida.

Mirando ahora sus pertenencias, sintió que en realidad nunca llegó a conocerlo bien.

Pero su más grande sorpresa fue encontrar un cuaderno lleno de dibujos, y todos los materiales de pintura en una caja de madera casi escondida. ¿Acaso había sido artista y nunca le dijo?

Eso le quedó claro, cuando ella abrió el cuaderno y sus ojos vieron un dibujo exactamente igual al cuadro del museo. Al lado decía: para mi futuro amor. Era cierto, el cuadro tenía un mensaje que solo ella podría comprender.

 Era cierto, el cuadro tenía un mensaje que solo ella podría comprender

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora