Tapabocas

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Desde el primer día que empezó la cuarentena Valentina se puso muy mal. Ella tenía 14 años y sus padres pensaban que seguramente estaba mal porque quería salir con sus amigos y no podía.

"Luego todo eso se acabará y harás todo lo que hacías antes", le decían para consolarla. Pero solo la dejaban más triste.

La chica pasaba mirando las noticias y tenía un odio descomunal contra la ley sobre el uso del tapabocas. Siempre se ponía a reclamar de eso. "¡¡Nunca quiero usar tapabocas!!", decía cada vez que veía que sus padres salían con la odiada mascarilla.

No le importaba tanto el distanciamiento social, pero con tan solo ver la mascarilla se ponía mal.

Su mamá le compró unas mascarillas hermosas intentando persuadirla, pero lo único que logró con eso fue dejarla peor aún.

Entonces acabó la cuarentena y el lunes volverían a tener clases en el colegio, con el uso obligatorio del tapabocas.

Desde que supo de eso, Valentina lloraba todo el tiempo.

El domingo por la noche ella no podía dormir, y con lágrimas en los ojos leía una y otra vez el mensaje que su compañera le envió antes de que empezara la pandemia: "Escuché que Nicolás le dijo al chico que te gusta que tú eras muy fea, y el chico te defendió diciéndole que quizás no tenías lindos ojos ni un cabello hermoso, pero tu sonrisa era la más linda que él había visto jamás y eso hacía que fueras muy bella." 

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora