Inolvidable despedida

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 "Estoy llorando porque tu tren se ha ido. 

Te entregué mi corazón. Eras el sol que iluminaba esas tardes grises de invierno, y ahora la estación de ferrocarriles llora, porque está impregnada con despedidas, con pedazos de personas que se dividen en dos en un intento de quedarse.

Envidio cada paisaje que miras por la ventana, porque te pueden ver, mientras solo veo ausencia aquí.

¿Tan cruel es la vida para separarnos así?

Me quedo con los 30 días que estuvimos juntos, con la arena de la playa bajo nuestros pies y las poesías que recitaste en mis oídos.

Te quiero más que la suma de lo que miden todos los rieles del mundo.

Vuelve por favor."

–¡¡Mamá!! ¡Por fin te encontramos! Te buscamos tanto –dijo Laura, mientras abrazaba a su anciana madre, que desde hace una semana se había escapado del hogar de ancianos.

–¿Por qué él tuvo que marcharse? –dijo Ana a su hija, llorando.

–¿Por eso viniste aquí? Ya pasaron más de 50 años. ¿Nunca lo podrás olvidar? –dijo Laura, recordando todas las veces que escuchó esa triste historia del primer, y al parecer, único amor verdadero que tuvo su madre.

–Pueden pasar mil años. Puede pasar una eternidad. Nunca me perdonaré por haberlo dejado ir. –respondió Ana, secándose las lágrimas. Mientras que, en este mismo instante, otro tren volvía a dejar la estación, y otra joven como Ana, se quedaba abajo llorando mares mientras se despedía del que quizás sería su único amor verdadero.

 Mientras que, en este mismo instante, otro tren volvía a dejar la estación, y otra joven como Ana, se quedaba abajo llorando mares mientras se despedía del que quizás sería su único amor verdadero

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