Éramos seis

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Éramos seis, tres de nosotros teníamos la misma edad y lo único que nos diferenciaba era el color, aunque algunos hasta en eso nos parecíamos. Los otros tres parecían trillizos. Seguro hasta nacieron en el mismo día.

Ella nos miró por tanto tiempo, hasta el grado de hacernos sentir incómodos. Nos daba su mano, y parecía un juego, juego donde no sabíamos las reglas y probablemente perderíamos. Solo me importaba ganar.

La verdad es que antes de que ella me viera, yo me sentía aplastado. Como si llevara a todos en mi espalda, todo el tiempo. Era tan literal la cosa que terminé deprimiéndome. Casi siempre dormía. A veces solo seguía a los demás, como un robot que no tiene idea de la razón de su existencia.
Pero ella llegó con su mano tan suave como algodón. ¡Y esos ojos me devolvieron la vida! Me dejé llevar por su encanto y ahora soy un prisionero más. Porque enseguida vi que no era el único. Tampoco creo que sea el favorito. Solo soy otro más en una larga lista. Y aun en medio a ese dolor, la quiero.

Cuando ella me clava esa mirada azul,  intento decirle tantas cosas. Quiero gritarle que me he enamorado y que me da igual compartir su amor...

—¡Listo! —dijo la chica de ojos azules, luego de dejar en la mesa las seis cartas, o sea, dos tríos, que hacía falta para ganar el juego. Era una experta en jugar carioca.

* El carioca es un juego de naipes latinoamericano, en el cual todos los jugadores, deben crear diferentes juegos. El juego normal consta de un total de 10 rondas. En la primera hay que formar 2 tríos (6 cartas).


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