Bullying

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"Aparte de ser pequeña, siempre fui muy gordita. Quizás por eso toda mi vida me dijeron 'pelota de ping-pong'. No importa donde me iba, me decían igual.

No es nada agradable sufrir bullying cuando uno es joven, pero seguir sufriéndolo de adulta, no tiene ninguna gracia.

Y quizás porque nuestro aspecto físico era algo heredado, mis hermanos sufrieron exactamente lo mismo.

Llegó al punto de que todos tuvimos depresión.

Sentíamos que solo servíamos para recibir golpes. De verdad les digo que toda mi vida fue un golpe tras otro, desde mi nacimiento fue así. Muchas veces cuando volvía a casa después de un largo día de trabajo, lloraba toda la noche, desconsoladamente. Todos se burlaban de mí y más encima me agradecían por hacerles la vida más feliz. ¡Era el colmo! Pero aun así me quedaba callada. El sufrimiento me transformó en una tonta, que no hacía más que obedecer, sin importar lo mal que me trataban.

Recibía siempre órdenes de todos. Hasta llegaba a no entender quién era el jefe. Y lo peor de todo es que siempre gritaban. A veces, por correr de un lado a otro, casi volando, me caía en el barro y terminaba con mi uniforme blanco, completamente marrón. Y es que en la mayoría de las veces trabajaba al aire libre.

Pero hoy todo esto se terminará. Ya no soporto más esta cruel vida."

—Moisés, ¡así no se juega ping-pong! Dejaste la última pelota caer en el río. Ahora, ¿cómo seguiremos jugando? 

 Ahora, ¿cómo seguiremos jugando? 

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora