Ella puso la música en el último volumen, por sus audífonos yo podía escuchar la canción elegida: Ordinary Word, de Duran Duran. También cerró los ojos, en un intento de escapar. No sé si funcionaba o no, pero creo que sí, porque aún se veía que podía respirar.
Yo la miraba detenidamente, y diría que fui la única persona que vio las lágrimas cayendo de sus ojos, una tras otra, como esas lluvias que empiezan despacio, para luego no detenerse más.
Sí, ella lloraba desde dentro, desde lo más profundo de su alma. No lo gritaba al mundo, ni siquiera abría sus labios. Hay llantos que son imposibles de callar, y este, sin duda alguna, era uno de ellos.
Creo que nunca en mi vida he visto un sentimiento tan real y tan dolorosamente expresado.
Luego de tres horas, ella seguía llorando sin pausa alguna y yo seguía observándola. Pueden decirme mala o lo que sea, pero estoy segura, que cualquier persona en mi situación hubiera reaccionado de igual manera. Hay penas que son tan personales y suficientemente horribles como para compartirlas. Yo, en su lugar, no hubiera querido escuchar a nadie, así que me callé.
Cuando el bus estaba a punto de llegar a su destino final, ella quitó de su cuello un collar con la mitad de un corazón y lo tiró por la ventana.
Y sí, este fue el momento exacto que decidí jamás enamorarme. Desde ese día nunca más creí en el amor.
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Un viaje a través de mis Microcuentos
General Fiction¿Te cuento un cuento? Entra para viajar por estas páginas donde en tan solo un minuto podrás sentir y vivir lo que tu imaginación o pensamientos te quieran pintar. Porque aquí lo único que haré será escribir, ¡todo lo demás te toca a ti! Microcuen...