Hoy su hermano tardó media hora en ir a buscarla en la escuela. Allí sentada sola, Valentina se puso a mirar atentamente cómo las madres de sus compañeros eran tan cariñosas con ellos. Todos recibían un abrazo apretado, algunos eran alzados y suspendidos en el aire donde giraban felices, muy protegidos por los fuertes brazos de sus progenitoras. "Mamá" gritaban los niños, tan contentos de volver a verlas. Observar todo aquello hizo que Valentina al instante se sintiera muy triste.
Cuando llegó a su casa junto a su hermano, su mamá seguía tumbada en el sillón en la misma posición que ella la había dejado antes de salir. Por primera vez luego del accidente, Valentina sintió que nunca tendría lo que los demás niños tenían, ya no le pareció suficiente que su mamá estuviera viva. Irritada y con los ojos llorosos miró la silla de ruedas, que estaba al costado del sillón.
Cuando su mamá observó lo que pasaba, también le dolió, pero contuvo su pena y le dijo con mucha ternura a su hija: "te amo mi niña", y Valentina comprendió que las palabras también se pueden sentir como abrazos. Y te tocan incluso más profundo, llegan más hondo, y sanan cualquier herida que puedas tener.
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Un viaje a través de mis Microcuentos
General Fiction¿Te cuento un cuento? Entra para viajar por estas páginas donde en tan solo un minuto podrás sentir y vivir lo que tu imaginación o pensamientos te quieran pintar. Porque aquí lo único que haré será escribir, ¡todo lo demás te toca a ti! Microcuen...