Ocurrió repentinamente. Sentí que una bolsa negra cubrió todo y me metieron en un coche oscuro.
Estoy seguro que me llevaron lejos de la ciudad, porque por el camino pude escuchar el ruido del tránsito, los autos bocinando, los gritos de los niños en una escuela, y de repente todo ese caos fue quedando más y más lejano, hasta que solo se escuchaba el motor del coche.
Yo era tan pequeño que siempre había podido pasar desapercibido, por eso durante el viaje me preguntaba si de verdad querían secuestrarme o si lo hicieron sin pensarlo. ¡No había nacido en ninguna cuna de oro!
Llegando al inevitable destino empecé a pensar que quizás no era un secuestro y siempre estaría allí. Eso me dolió enormemente, no sabía qué sería de mí. Había vivido casi toda mi vida en un orfanato. ¿Vivir se resumiría en tragedia?
Me sacaron del coche y seguí con la bolsa negra que no me dejaba ver nada, así que cuando escuché el sonido de una pala cavando, me entró un pánico. Pero aun así me quedé inmóvil.
¡Entonces los vi! El más grande me agarró con fuerza, sus manos pesadas no tenían ninguna piedad. Cuando caí en el agujero solo olía a tierra, y esa fue la última vez que yo vi el cielo azul.
—Listo hijo. Ahora que la semilla está en la tierra, tienes que regarla cada día y luego tendrás tu plantita de cilantro que tanto te gusta.
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Un viaje a través de mis Microcuentos
Ficción General¿Te cuento un cuento? Entra para viajar por estas páginas donde en tan solo un minuto podrás sentir y vivir lo que tu imaginación o pensamientos te quieran pintar. Porque aquí lo único que haré será escribir, ¡todo lo demás te toca a ti! Microcuen...