Coronavirus

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Ella esperó cuatro años para conocerlo. Hablaban por internet, se veían en las videollamadas. Pero, ¿cómo olía su piel? ¿Qué se sentiría el mirar directamente a sus ojos?

Ella lo amaba como se ama la nieve sin nunca haberla visto.

Entonces llegó febrero y el avión estaba listo para llevarla de Argentina a China.  Cuando se vieron por primera vez, aquel profesor de chino se quedó sin palabras, y la bailarina de ballet clásico se detuvo en un abrazo que duró nada menos que diez minutos. Ahora que compartían latidos cardíacos se podía decir que flotaban juntos.

Pero lo que ellos aún no sabían era que este comienzo en realidad sería su final. Esa misma noche la fiebre lo llevó directo al hospital. Él había sido contagiado dos semanas antes, y ahora, su tan controlado asma, se había transformado en un despiadado asesino.

Los siguientes días ella lo esperó en su hotel sin recibir ninguna noticia. Nunca más lo volvió a ver. Su corazón estaba partido, imaginaba que él la había abandonado.

Cuando volvió a Argentina, toda su familia la recibió con los brazos abiertos. Querían consolarla por su tragedia, pero más trágico fue ver que ella era la primera infectada del país con el tan temido virus.

Hoy he visto el nombre de ella en la lista de fallecidos. Ocho miembros de su familia también tenían sus nombres allí.

Me pregunto si aquel único abrazo habrá valido la pena... Me pregunto qué precio pagaron por amor...

 Me pregunto qué precio pagaron por amor

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora