Durante los pasados meses de primavera y verano siempre nos veíamos por "casualidad" en el mismo lugar.
En la costanera hay un mural hermoso con un graffitis que siempre me fascinó. Esa muralla tiene tantos detalles que puedo pasar días y días mirándola y siempre veo algo nuevo y bello. Exactamente allí, cruzando la calle, hay algunos bancos de cemento, y están de a dos, uno mirando al otro, con una mesita al medio. Me gusta la posición que tienen porque no están de espalda ni para el mar ni para el graffitis, así que puedo estar sentada contemplando las dos cosas.
A principio nos sentábamos separados, pero ambos éramos conscientes de la presencia del otro, así que de algún modo nunca nos sentíamos solos cuando nos acompañábamos en silencio. Los dos teníamos un cuaderno y un lápiz e invariablemente estábamos muy concentrados en lo que escribíamos, pero ninguno sabía qué era lo que el otro escribía, y esa en realidad era la magia de aquellos "encuentros".
El primer día que él me habló fue para preguntar algo sobre la pintura. En el lado izquierdo del mural hay un hombre sentado y cerca de él se divisa una mujer, también sentada, que tiene una falda roja y un pañuelo en la cabeza. Yo nunca me había fijado en ellos, porque siempre tenía los ojos pegados en el lado derecho, donde hay unas montañas, un barco y el mar. Para mí aquellos detalles eran los más lindos. Pero entonces él me preguntó: "¿Crees que ellos están enamorados?", y no supe qué decirle. Después de haber pasado tanto tiempo contemplando el cuadro, vi que en realidad yo no conocía aquella obra de arte por completo. Por eso seguí yendo allí cada domingo, y siempre preparaba una respuesta diferente para aquel escritor desconocido. A principio él me miraba sorprendido, pero luego de algunas semanas empezó a jugar conmigo, y pasábamos horas inventando diferentes respuestas sobre aquellos dos personajes pintados en la pared.
¡Realmente disfruté el tiempo que pasamos juntos! No sabíamos nuestros nombres, teléfonos, ni la dirección de nuestras casas. No sabía si le gustaba escuchar música o jugar a la pelota. Solo hablábamos de lo mismo, con una imaginación y creatividad que parecía jamás tener fin.
Hasta que llegó el otoño y el viento soplaba tan helado que era imposible siquiera soñar con estar en aquel sitio. Y qué decir de la nieve que ya empezaría a caer. ¡Lo extrañaba tan profundamente! No hablo del mar ni del graffitis, sino de aquel escritor desconocido, de nuestras risas y bromas, de la soledad acompañada. ¿Me extrañaría él también?
Ahora ya estamos casi al final del invierno. Hace algunos días mi libro fue publicado por la misma editorial de siempre. Me invitaron a presentarlo en la feria de libros de la ciudad, donde varios escritores también estaban lanzando sus novelas recién salidas del horno. Cuando me senté junto a mi pila de libros nuevos, lo vi justo del otro lado del pasillo, él levantó su cabeza en el mismo instante que lo hice yo, así que nuestras pupilas se unieron en un inesperado reencuentro. Mientras mi corazón latía fuerte y una inmensa sonrisa se pintaba en mis labios, fuimos acercándonos —no uno al otro— sino uno al libro del otro. Creo que nunca antes una curiosidad súbita fue compartida de esa manera tan idéntica y natural. Aunque el título y la foto de la portada eran muy diferentes, cuando dimos vuelta el libro y empezamos a leer la sinopsis, no tuvimos ninguna duda de que eran obras gemelas. "¿Crees que ellos están enamorados?" resaltaba en mayúsculas la primera frase.
No sé cuál novela será más exitosa, solo sé que lo que más deseo es que cuando llegue la primavera mi inspiración se ponga de acuerdo con la de aquel atractivo y solitario escritor desconocido. Espero que nuestros pseudónimos se conecten enmarañados en las mismas risas de antes, y que al mirarnos conversando, las personas se pregunten por mera curiosidad: "¿Será que ellos están enamorados?".
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Un viaje a través de mis Microcuentos
Ficción General¿Te cuento un cuento? Entra para viajar por estas páginas donde en tan solo un minuto podrás sentir y vivir lo que tu imaginación o pensamientos te quieran pintar. Porque aquí lo único que haré será escribir, ¡todo lo demás te toca a ti! Microcuen...