Cuando nunca es suficiente

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Natalia siempre amó escribir. Después de la escuela, llegaba a su casa siempre feliz, e iba donde su padre para mostrar con orgullo su nota.

Pero cada vez que él leía lo que ella había escrito, se concentraba en los errores, los pequeños detalles, que según él, eran muy importantes.

Para Natalia, la opinión de su padre era la más importante de todas. Así que siempre su felicidad por crear algo, era reemplazada por saladas lágrimas.

Aunque él nunca tuvo una mala intención, le causaba un sufrimiento inmenso.

Aun así, ella nunca desistió de volver a intentar. Su sueño era crear algo especial para él, algo que de verdad le gustara. Esa se volvió su única meta.

Un día, cuando ella ya tenía 18 años, tuvo una idea genial. Entonces estuvo toda la noche escribiendo, hasta terminar.

¡Estaba tan ansiosa de que él leyera! Había puesto todo su amor en ello. Estaba completamente segura de que le iba a gustar. Hasta se imaginó las palabras más bellas que él le diría.

Cuando amaneció, dejó su historia junto al café que él iba a tomar, y volvió a su habitación.

Cuando él se fue a trabajar, ella fue corriendo a mirar su historia, pero en la mesa no había nada más que una nota que decía:

"Te hice el favor de tirar tu historia en el basurero. Eres mucho mejor que esto. ¡Sigue intentando!"

Por eso ella se hizo psiquiatra, y desde entonces lo único que escribe son recetas médicas.

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora