¡Quería que ella fuera feliz!

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Tenía la costumbre de visitarla todos los días a la misma hora. No importaba el día, ella siempre estaba allí sentada en su escritorio mirando la ventana. Entonces me acercaba desde el jardín delantero y la quedaba mirando hasta robarle una sonrisa. ¡Solo quería hacerla sonreír!

Sacarle una sonrisa a aquella escritora era inevitable, incluso cuando ella lloraba mares. Nunca me creí alguien tan genial hasta que la conocí. Y es que me transmitía esa seguridad única y mágica. ¡Se sentía bien ser la causa de la felicidad de alguien!

Pero entonces llegaron los días lluviosos y cuando llovía su jardín se inundaba y no me atrevía a acercarme. Me quedaba en casa imaginando lo infeliz que ella podría estar. ¡Me dolía cada segundo!

Después vino la escasez de tiempo. Mi trabajo, mi mujer y mis hijos ocupaban todas mis horas. Aunque seguía pensando en ella, no la veía, no le regalaba sonrisa; la abandoné sin querer.

Hoy después de tanto tiempo la fui a visitar, me acerqué a la ventana pero ella no estaba. La busqué hasta encontrarla en una librería. Afuera había un cartel con su foto, y decía:

"Firma de libros con la escritora Tainá Yahari"

Para mi sorpresa, en la portada del libro, ¡salía un retrato mío! ¡Casi me desplomo al verme allí! Cuando leí el nombre del libro "El pajarito que me enseñó a sonreír", inmediatamente sonreí una canción. ¡Ella ya no "estaba feliz", ahora ella "era feliz", y ahora yo también lo sería siempre!

 ¡Ella ya no "estaba feliz", ahora ella "era feliz", y ahora yo también lo sería siempre!

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora