¡Me enamoré de su voz!

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Una vez me sentía muy triste y la escuché cantando afuera de mi casa. Me acerqué a la ventana e instantáneamente me enamoré de su voz. ¡Era la voz más linda del mundo!

Cuando la veía por la calle sonreía disimuladamente, no quería que nadie se percatara de lo que ella me hacía sentir.

Confieso que escribí algunos poemas pensando en ella, pero tampoco era que ella estuviera tan presente en mi vida. La veía a ratos y luego ella desaparecía del mapa. Sabía que ella venía de lejos, y cada vez que pasaba un avión, me ponía a mirar el cielo esperando que aquellas nubes lejanas la trajeran de vuelta.

Pero de repente pasaban semanas sin que su voz acariciara mis oídos, y yo andaba amargado, como un viejo solitario, triste y vacío. Hasta las calles lloraban su ausencia —o al menos yo lo veía así—.

Entonces un día pensé que quizás ella se había percatado de mi amor y por eso se marchó para siempre. Normalmente yo repelía a todos los que se me acercaban, ¿por qué con ella sería distinto?

¡No! No era razonable pensar que ella se había marchado para siempre. Eso era imposible. Si ella no venía hacia mí, ¡yo iría hacia ella!

Así que sin pensarlo dos veces, agarré mi celular y abrí un navegador. "MAPA METEOROLÓGICO DE SUDAMÉRICA" escribí en Google, y así supe el lugar exacto donde ella iba a caer. Tomé mi paraguas y salí con mi viejo coche a buscarla.

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Un viaje a través de mis MicrocuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora