decimos, vieja?
Hubo un largo silencio. Atreyu esperaba impaciente la respuesta de la Morla, sin
interrumpir con sus preguntas los lentos y desesperantes pensamientos de ella. Por fin,
la tortuga siguió hablando:
-Tú vives poco, pequeño. Nosotras vivimos mucho. Demasiado. Pero los dos vivimos
en el tiempo. Tú poco. Nosotras mucho. La Emperatriz Infantil existía ya antes que
nosotras. Pero no es vieja. Ella es siempre joven. Mira: su existencia no se mide por
tiempo, sino por nombres. Necesita un nombre nuevo, siempre un nombre nuevo.
¿Sabes sus nombres, pequeño?
-No -reconoció Atreyu-. Nunca los he oído.
-Es que no puedes haberlos oído -respondió la Morla-. Ni siquiera nosotras podemos
recordarlos. Y, sin embargo, ha tenido muchos. Pero todos se han olvidado. Todos han
pasado. No obstante, sin nombre no puede vivir. La Emperatriz Infantil sólo necesita
tener un nuevo nombre para ponerse bien. Sin embargo, no importa si se pone bien o
no...
Cerró sus ojos grandes como charcos y empezó a recoger lentamente la cabeza.
-¡Espera! -gritó Atreyu-. ¿De quién recibe los nombres? ¿Quién puede darle un nombre?
¿Dónde puedo encontrar ese nombre?
-Ninguno de nosotros -oyó gorgotear a la Morla-, ningún ser de Fantasia puede darle un
nuevo nombre. Por eso todo es inútil. No te preocupes, pequeño. Nada importa.
-Entonces, ¿quién? -gritó Atreyu fuera de sí-. ¿Quién puede darle un nombre que la
salve y nos salve a todos?
-¡No hagas tanto ruido! -dijo la Morla-. Déjanos en paz y márchate. Tampoco nosotras
sabemos quién puede hacerlo.
-Si no lo sabes -gritó Atreyu más fuerte aún-, ¿quién puede saberlo?
Ella abrió de nuevo los ojos.
-Si no llevases el Esplendor -resopló-, te comeríamos, sólo para estar tranquilas. ¡Vaya!
-¿Quién? -insistió Atreyu-. ¡Dime quién lo sabe y te dejaré en paz para siempre!
-Al fin y al cabo da lo mismo -respondió ella-, quizá Uyulala, en el Oráculo del Sur.
Quizá ella lo sepa. ¿Qué nos importa?
-¿Y cómo puedo llegar hasta allí?
-No puedes llegar de ninguna forma, pequeño. ¡Vaya! Ni en diez mil días de viaje.
Vives demasiado poco. Morirías antes. Está demasiado lejos. En el sur. Demasiado