«Uyulala es respuesta. ¡Debes preguntarle!
Si no se lo preguntas, ¿cómo reprocharle?»
Atreyu gritó:
«Uyulala, escucha, quisiera entenderlo:
¿Por qué tienes pronto que dejar de serlo?»
Y la voz cantó:
«La Emperatriz está enferma
y con ella el reino fantásico.
La noche traga al que duerma
y también lo que me es más básico.
Iremos a Nuncajamás
como nunca hubiéramos ido.
Ella tiene otro nombre más
y con él volverá su sentido.»
Atreyu respondió:
«Responde, Uyulala: ¿cómo salvaré su vida?
¿Cómo daré un nombre a la Emperatriz dormida?»
Y la voz continuó:
«Oye atento la palabra mía
aunque tú no la entiendas ahora.
Guárdala a partir de este día
y prosigue tu ruta en buen hora.
Al llegar el momento adecuado,
búscala por el mar olvidado,
muéstrala como es, como suena,
otra vez a la luz y a los vientos.
Sólo tú, con palabra serena,
lograrás aliviar sus tormentos.»
Durante un rato sólo se oyó un lastimoso sonido sin palabras y luego, de pronto, la voz
sonó muy cerca de como si le hablase al oído:
«¿Quién os dará nuevo nombre
Emperatriz Infantil?
Ni tú, ni yo, aunque te asombre,
ni los elfos, ni otros mil.
Nadie os librará del mal
y nadie podrá sanaros.
Somos un cuento trivial,
personajes poco claros.
Sueños de amor y cariño,
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