83-

31 0 0
                                        

Es verdad -respondió Atreyu-. Según sus propias palabras, soy el último a quien
hablará.
Por las mejillas arrugadas de Énguivuck corrieron dos lagrimitas.
-¡Todo inútil! -graznó-. El trabajo de toda mi vida, mis investigaciones, mis
observaciones de años... ¡Todo inútil! Por fin me traen la última piedra para mi edificio
científico, podría acabarlo por fin, podría escribir por fin su último capítulo... y
precisamente ahora no sirve ya para nada, es totalmente superfluo, no vale un pimiento,
no importa un pepino y no le interesa a nadie, porque el tema de que trata no existe ya.
¡Adiós muy buenas, apaga y vámonos!
Lo estremeció un sollozo, que sonó como un ataque de tos. La vieja Urgl lo miró
compadeciéndolo, le acarició la calva cabecita y refunfuñó:
-¡Pobrecito Énguivuck! ¡Pobrecito Énguivuck! ¡No te desanimes! Ya encontraremos
otra cosa.
-¡Mujer! -resopló Énguivuck con ojos centelleantes-. ¡Lo que tienes ante ti no es ningún
pobrecito Énguivuck, sino un personaje trágico!
Y, lo mismo que en otra ocasión, se metió corriendo en la cueva y se oyó el portazo de
una puertecita. Urgl movió la cabeza suspirando y murmuró:
-No lo dice con mala intención. Es buena persona pero, por desgracia, está
completamente chiflado.
Cuando terminó la comida, Urgl se puso en pie y dijo:
-Voy a empaquetar nuestras cuatro cosas. No es mucho lo que nos podemos llevar, pero
un poco de aquí y otro de allá... Sí, tengo que hacerlo ahora.
-¿Vais a marcharos de aquí? -preguntó Atreyu.
Urgl asintió con tristeza:
-No podemos hacer otra cosa. Donde la aniquilación se extiende no crece ya nada. Y, a
nuestra edad, no hay razón para quedarse. Tenemos que ver qué pasa. En algún lugar
podremos vivir. ¿Y vosotros? ¿Qué vais a hacer?
-Yo tengo que hacer lo que ha dicho Uyulala -respondió Atreyu-. Tengo que tratar de
encontrar a una criatura humana y llevársela a la Emperatriz Infantil, para que ella
reciba un nuevo nombre.
-¿Y dónde vas a encontrar a esa criatura humana? -preguntó Urgl.
-Yo mismo no lo sé -dijo Atreyu-. Desde luego, más allá de las fronteras de Fantasia.
-La encontraremos -se oyó decir a la voz de campana de Fújur-. Yo te llevaré. Ya verás:
¡tendremos suerte!

La Historia Interminable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora