¡Allons-y mi querida Katherine! (10° Doctor y Oc)

La historia del lobo

Dientes y garras (parte 2)

Katherine se aliso el vestido azul que le llegaba casi hasta el suelo mientras salía de la habitación que la habían dado.

Caminó por los pasillos encontrandolos demasiado vacíos. Hasta que vió al Doctor mirando por la ventana al cielo nocturno.

Giró la cabeza cuando escuchó los pasos de la joven.

-Oh, ¡te ves hermosa!-alagó con una sonrisa.

-Gracias-murmuró avergonzada antes de mirar a las estrellas.-Son increíbles-comentó ella.

-Oh, son bastante normales-negó el Señor del Tiempo.-Te mostraré cosas más increíbles: galaxias enteras, constelaciones, la cascada Medusa...

-Suenan increíbles-dijo con una sonrisa.

El hombre tomó la mano de la joven y entraron al comedor.

-Debo decir que ahora pareces otra persona señorita Tyler-comentó la Reina Victoria al verla.-Una verdadera dama.

-Gracias su Majestad-agradeció mientras el Doctor movía la silla para permitir que ella se sentará, luego se colocó a su lado.-Significa mucho viniendo de usted.

-Tal vez tenga razón doctor. Con la enseñanza adecuada podría llegar a ser la envidia de cualquier dama de Inglaterra-dijo con seguridad.

-Me halaga señora.

-Al menos es más educada que la otra mujer salvaje-negó ella.

Entonces entró el mayordomo con una copa en una bandeja.

-Su acompañante se disculpa doctor. Tiene problemas con su vestimenta.

-Oh, esta bien. Guardale un poquito de jamón-restó importancia el Señor del Tiempo.

-Una niña salvaje probablemente se lo comería crudo-bromeó la Reina.-¿Rose Tyler y usted son hermanas?

-No exactamente...soy huérfana y la familia Tyler me acogió...pero nunca fui totalmente aceptada...-terminó incómoda.

Por debajo de la mesa, el Doctor tomó su mano, acariciandola con el pulgar. Esta miró como el Señor del Tiempo sonreía para calmarla.

-No hay nada peor que una niña sola en el mundo-comentó la Reina sabiamente.

Viendo que Kathe estaba incómoda, el Doctor cambió de tema.

-Vamos Sir Robert, nos prometió un relato de pesadillas-dijo.

-Ciertamente, desde que la muerte de mi marido, me encuentro con algo más que apetito de ficción sobrenatural.

-Debe de extrañarlo-habló el Doctor.

-Mucho-respondió con una mirada nostálgica y voz entecortada.-Oh, completamente. Y ese es el hechizo de una historia de fantasmas, ¿o no? No los sustos y gritos, eso es para niños, pero la...esperanza de algún contacto con el más allá. Todos queremos un mensaje de ese lugar...es el mayor misterio del Creador que no se nos permita ese consuelo. Los muertos están en silencio. Y debemos esperar-terminó de forma triste.

Katherine se fijó como las palabras habían afectado al su acompañante, que tenía esa mirada oscura que había visto en Nueva Nueva York, pero más nostálgica.

Ella aprovechó que sus manos seguían unidas para acariciarlo como había hecho él.

-Vamos Sir Robert,-pidió con amabilidad mientras el Doctor la miraba sorprendido.-Comience su historia.