Katherine Tyler va a visitar a su tía Jackie por Navidad. Lo que no espera es encontrarse con una cabina azul y a su prima sacando a un hombre llamado el Doctor.
Tampoco espera que él sea su alma gemela, aunque no tenga ni idea de que eso realmente...
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Shada (parte 1)
Se quedaron un rato a la deriva, solo observándose el uno al otro. Ninguno de los dos se atrevía a decir ni hacer nada, por lo que el único sonido que llenaba el aire era la del tocadiscos, que tocaba una canción.
Hasta que Katherine sintió un escalofrío, ahí pareció que el Doctor volvió al mundo real.
-Oh, si, perdona querida-se arrodilló cogiendo la chaqueta marrón que tenía delante, sacando de los bolsillos una larga toalla que la colocó sobre los hombros de la chica.
Romana había estado observando toda la interacción sorprendida.
-Doctor, ¿ella es...?
-Sí, eso parece-murmuró con una sonrisa creciendo en sus labios, una que a Katherine le pareció muy familiar. Se sentó sacando un pequeño remo para poder dirigir el bote.-¿Qué te paso querida? La gente no suele aparecer de la nada y caer al río.
Katherine por fin dejó a un lado el shock inicial y habló.
-Estaba contigo...o al menos con otro rostro, cuando nos atacaron los ángeles llorosos.
-Ah, nunca significan buenas noticias-comentó el hombre.
-De todas formas, ¿qué rostro es este?-quiso saber Katherine, pues parecía mucho más joven, no había esa oscuridad en sus ojos, e incluso eran más brillantes.
-Cuarto cuerpo-respondió.
-¿Y es la primera vez que nos...bueno, que me encuentras?
-Así es. Pero sólo en mi caso por lo que veo-comentó él.-La vida de un Señor del Tiempo. Las cosas no suelen suceder en línea recta.
-Hace la vida mucho más entretenida-mencionó Romana detrás de ella.
Katherine la miró observandola con cuidado.
-¿Eres una Dama del Tiempo?
-Sí. Igual que tu-pero al ver su rostro, pensó en otra posibilidad.-¿No eres una Dama del Tiempo?
La castaña negó con la cabeza.
-Humana-murmuró notando también la mirada extrañada del Doctor.
-Bueno, esto es nuevo, nunca han habido dos almas gemelas en las que uno era humano. ¿Cuál es tu nombre querida?
-Katherine.
-¿Algo más?-cuestionó con curiosidad, pero la castaña solo se rió sabiendo sus intenciones.
-Sólo te puedo decir el nombre. Si te digo el apellido enseguida descubrirás quién soy-respondió antes de mirar con atención a su alrededor.-¿Dónde estoy?¿Y en qué año?
-1979, sobre el río Cam al lado de St. Cedd's College, Cambridge-habló Romana.
De repente el móvil de Katherine comenzó a sonar, casi asustando a la castaña. Al mirar el identificador de llamadas, vió que era Martha.
