- El planeta de los muertos -

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El planeta de los muertos (parte 1)

-¿No crees que hay muchos policías esta noche?-preguntó Katherine mientras caminaban por la calle.

-Ahora que lo mencionas, sí-comentó el Doctor.-Vamos, será mejor que no perdamos el autobús-apresuró.

Subieron al vehículo.

-Justo a tiempo-les habló el conductor.

El Señor del Tiempo asintió y sacó su papel psíquico, pasándolo por el lector de tarjetas dos veces, en ambas ocasiones salió una lucecita verde.

Las puertas se cerraron y el autobús comenzó a moverse.

-A veces se me olvida que eso sirve para todo-dijo Katherine.

-Esa es la gracia-sonrió el Doctor mientras los dos se sentaban detrás de una mujer de cabello largo y negro vestida completamente de negro.

-Hola, soy el Doctor y esta es mi esposa Katherine, feliz pascua-felicitó mientras dejaba ver el huevo de chocolate que tenía en su mano, cogió un trozo y se lo comió.

Katherine sonrió cogiendo otro trozo, sabiendo que el Doctor había comprado el huevo por ella.

Nunca podía resistirse al chocolate.

-Lo curioso es que no suelo celebrar la Semana Santa. Nunca puedo encontrarla, siempre es en distintas fechas-explicó.-Aunqur recuerdo la original. Entre tú, yo y mi esposa, lo que pasó en realidad pasó-

Se detuvo cuando un pitido lleno el aire.

-Oh, perdón, sujétame esto cariño-pidió.-De hecho, acábalo. Sé que a ti te encanta-sacó una máquina creada por él, lo movió un poco mientras lo revisaba.-Oh, tenemos un pitido-mencionó con ilusión.-Estoy captando algo muy extraño-comentó llevándose el dispositivo al oído, sin notar las miradas que la gente le estaba dando.

-Conozco la sensación-comentó la mujer mirando por la ventana.

-Oh, no la conoces hasta que literalmente lo conoces a él-dijo Katherine envolviendo el huevo de chocolate de forma adecuada, luego lo guardos en los bolsillos de su chaqueta.

Sí, eran más grandes por dentro.

Se había apropiado de una chaqueta de color azul marino que la había gustado. A decir verdad, la Tardis se lo había mostrado. Así que mientras el Doctor llevaba su gabardina a casi todas partes, ella lo hacía pero con aquella chaqueta.

La adoraba.

-Partículas de rhondio, eso es lo que buscamos. Esta cosa las detecta-explicó extendiendo una vara que la había colocado.-Esta pequeña antena debería girar, esta antenita...-murmuró girandola él mismo.

-Una salida ahora me vendría muy bien-habló la mujer, que se la veía algo tensa.-¿Me puedes detectar una?

-¿Necesitas escapar de algo?-cuestionó Katherine recordando el despliegue policial que habían visto.

-No, ¿qué te hace pensar eso?-cuestionó la otra despreocupada.

-Nada-dijo sonriendo la castaña, aunque no creía lo que la había dicho.

Detrás de ellos, al lado derecho del autobús, había un matrimonio de dos personas con la piel oscura.

-Lou, ¿puedes oírlas?-cuestionó la mujer.

-¿Oír qué, corazón?-preguntó su marido.

-Las voces-dijo en un tono preocupado.-Tantas voces. Llamándonos. Llamándonos muy lejos.

¡Allons-y mi querida Katherine! (10° Doctor y Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora