La Reina sin Corona

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La chica en la chimenea (parte 2)

Habían estado caminando un rato, seguidos por el caballo de pelaje blanco mientras llamaban a sus compañeros.

Al final, cuando se detuvieron por un momento, el Doctor aprovechó para hablar con el animal.

-¿Quieres dejar de seguirla?¡No es tu madre!

En respuesta, el caballo intentó morderle, a lo que Katherine se tuvo que aguantar la risa.

-¿Aquí es de donde vienes?-le preguntó señalando una puerta de establo al caballo, que se había vuelto acercar a ella.-Sabes, Arthur es un buen nombre para un caballo.

-Lo que sea-intentó parecer enfadado el otro, haciendo reír a la castaña.

Abrió la puerta entrando en un enorme jardín francés del siglo XVIII. Detrás de ella caminó el Doctor.

-Mirala-señaló al hombre dos mujeres riéndose, una de ellas era Reinette.

-¡Oh, Catherine!¡Eres tan malvada!-dijo sin maldad Reinette.

-Tranquila, no se refiere a ti, eres maravillosa-bromeó el Doctor acercándose a la castaña, haciendo que está se riera golpeando su brazo sin fuerza.

Este, al ver que Reinette se giraba, cogió a Katherine y ambos se agacharon tras una estatua.

Al no ver nada, siguió caminando hacia delante.

-Hablando de eso-dijo Catherine,-he oído que Madame de Chateneux está enferma y moribunda.

-Sí. Estoy desolada-dijo Reinette conteniendo la risa.

El Doctor y Katherine volvieron a ponerse de pie de nuevo, escuchando con interés la charla.

-Efectivamente. A menudo yo misma estoy inconsolable. Entonces el Rey necesitará una nueva amante. Amas al Rey, por supuesto.

-Es el Rey. Y lo amo con todo mi corazón. Y espero con ansia conocerle.

Reinette volvió a girarse, a lo que el Doctor volvió a empujar hacia abajo a Katherine.

-¿Pasa algo querida?-la preguntó su acompañante.

-No, nada-tomó la mano de esta y siguieron caminando hacia delante.

-Todas las mujeres de París conocen tus ambiciones. Y todas las mujeres de París las comparten. Por supuesto, sabrás que el Rey va a asistir al Baile del Tejo.

Cuando ya no podían oír su conversación, ambos viajeros del tiempo se levantaron volviendo por donde habían venido.

-¿Es normal que alguien sea amante de alguien en Francia?-cuestionó.

-Sí. ¿Por qué lo preguntas?-quiso saber el hombre metiendo las manos en sus bolsillos.

-Me imaginaba que el Rey tendría una serie de amantes. No que tuviera una en especial-comentó su idea la humana.

-Oh, Kathe,-sonrió el otro,-una cosa es casarse con alguien por la corona y el poder y otra muy diferente es amar a alguien. Se podría decir que así eran las cosas en esa época.

-¿En serio?-se giró para verlo.

-Bueno, ¿más o menos?-dijo tirando de su oreja.

Katherine negó sonriente mirando de nuevo al frente, notando que Rose y Mickey miraban por un espejo a un hombre en medio de un salón.

-Vaya, fíjate en ese tipo. ¿Quién se cree que es?-quiso saber Mickey.

-Déjame adivinar-habló Katherine colocándose a su lado.-Rey de Francia.

¡Allons-y mi querida Katherine! (10° Doctor y Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora