Predicciones de polvo y fuego

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Los fuegos de Pompeya (parte 2)

Metella y Donna habían llevado a Evelina a su habitación para que descansara. Lucius se había ido ya, y Quintus, quien sabe donde estaba. Pero estaba claro que no haciendo algo productivo.

Katherine observaba su reflejo en el estanque. Apenas se sentía con fuerzas suficientes para hacer algo.

Era la segunda vez que la avisaban de su muerte. Al principio con la Bestia diciendola que moriría, y ahora con el Augur diciendola que estaba cerca su muerte.

El Doctor se acercó a ella lentamente, sentándose a su lado.

-Eh,-llamó su atención sin lograr que levantara la cabeza,-lo que dijo no va a pasar. ¿Me escuchas? No va a pasar. Ni siquiera pueden predecir que mañana el Vesubio estallara.

-Y sin embargo sabían cosas que nadie más que nosotros sabían-murmuró mirándolo por fin, dejándolo ver sus lágrimas.-No quiero morir Doctor-murmuró entre sollozos.

El Doctor sintió que sus corazones se rompían al verla. Abrió los brazos y la atrajo a su pecho, dejando que llorara ahí.

Acarició su cabello susurrando en su oído palabras de cariño y llenas de amor.

-No te va a pasar nada, ¿de acuerdo? Nada. Te dije que no lo permitiría y no lo permitiré-habló separándose de ella, secando sus lágrimas.-Me encargaré de eso-prometió besando sus labios.-No vas a morir.

Ella asintió, serenandose de nuevo.

-Ahora, vamos a descubrir como es que tienen tantas ganas de predecir el futuro de manera errónea-la dijo levantandola de donde estaba sentada, yendo a buscar a Caecilius para que le mostraran los vapores.

Resulta que los vapores venían del suelo. Tenían un par en la casa. Era un agujero con una rejilla para inhalar los vapores.

-Un tipo distinto de hipocausto-comentó el Doctor cuando logró quitar la rejilla.

-Sí, claro, estamos muy avanzados en Pompeya. En Roma siguen usando los viejos hornos de leña. Pero aquí tenemos las fuentes termales, que vienen del propio Vesubio.

-¿A quién se le ocurrió?-preguntó Katherine.

-A los adivinos. Después del gran terremoto, hace 17 años. Un daño tremendo-susurró recordandolo.-Pero reconstruimos.

-¿No pensasteis en ir a otro lado? No, pero bueno, San Francisco...-pensó en alto el Doctor.

-Es un pequeño restaurante en...Nápoles, ¿no es así?-preguntó muy seguro Caecilius.

-Más o menos-dijo Katherine mirando al hombre.

Entonces, en menos de un segundo, fue como si viera a otro hombre delante de ella. Tenía el rostro de Caecilius, aunque con muchas diferencias.

La más importante de todas era que era más viejo. Su pelo era blanco, sus ojos azules claros y vestía un traje negro con el forro interior de rojo.

Ese no era Caecilius, era otra persona. Pero juraría que lo conocía...

-¿Señora Spartacus?-preguntó Caecilius sacándola de su ensoñación.

-¿Katherine?¿Estás bien?-cuestionó el Doctor preocupado por ella.

-Tal vez tenga también el don-comentó el otro hombre.

¡Allons-y mi querida Katherine! (10° Doctor y Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora