3

9.6K 526 49
                                    

y bueno señorita Jane,¿que le ha parecido?.—preguntó Albus una vez que terminó de hablar.

Las palabras resonaban en toda mi cabeza, mi padre jamás me había platicado sobre mis verdaderos padres ha excepción de su apellido por ello lo tengo. Potter, yo era una potter; y tenía dos padres que habían sido hechiceros, grandes hechiceros como lo sentenció una y otra vez la profesora McGonagall. ¿Por que murieron? Al parecer alguien se había encargado de matarlos cruelmente, ¿quien? no lo sabía y ellos no pensaban en darme respuestas.. no ahora. Y no era la única, tenía un hermano. Un hermano menor, 11 años tenia harry potter. Y no era lo único, él era un hechicero tanto como yo.

Si calvin me hubiera comentado esto seguramente me burlaría en su cara, seria estupido creer que la magia existía. Pero en estos momentos todo concordaba, como podría estar una bebe indefensa en una casa casi en ruinas llorando, nadie me buscó después de eso. Mi padre logró dar con mi apellido raramente, y eso había sido todo. Mi estómago comenzó a arder, el líquido se dirigía a mi boca abro mi boca para dejar salir aquel líquido.

—Al menos no se ha desmayado.—susurro la señorita McGonagall

Limpio mi boca recostándome en una de las bancas. La señorita McGonagall limpia mi vomito, levantó su varita para susurrar unas palabras alzó mi vista para observar que el pasto se encontraba limpio. Tallo mi cara un par de veces, esto era sumamente raro pero no podía negarlo.

—Se que ahora puede ser muy raro, pero es tu destino. Nosotros guiamos a tu padre a entrar en aquella casa, pensamos que él podría darte una buena vida fuera del mundo mágico, pero debes volver. Al final tienes a tu hermano que te está esperando, y tú padre se ha marchado de esta vida, no podemos dejarte con esta mujer.—expresó

—¿A donde iré? No tengo suficiente dinero para vivir de mi propia cuenta...—intento explicar pero las risas de aquella pareja me hicieron parar

—Tranquila, se solucionará. Ahora acompáñame será un camino muy largo señorita.—Albus se levantó tomando de mi mano junto a la de McGonagall giro mi cabeza rápidamente a la mansión. Los recuerdos se hicieron presentes, pero sabía que él no regresaría más por lo tanto no debía continuar más aquí. Ellos prometieron borrar sus memorias incluso de Calvin y su padre, por su bien y por el mío, a lo cual accedí.

Sentí como mi cuerpo se movía bruscamente, todo estaba obscuro. Las ganas de vomitar comenzaron a incrementar, una vez que nos encontrábamos en piso firmó, comienzo a vomitar. La pequeña risa de Albus comenzó a escucharse, seguido de dar palmadas en mi espalda.

—Te acostumbrarás, ahora por que no sigues a la profesora McGonagall. Tienen mucho que hacer el día de hoy.—exclamó antes de despedirse y marcharse. Mi mirada seguía en aquel vomito, no me sorprendía vomitar, nunca había sido mi afán de moverme bruscamente era algo que jamás entendería pero debía aceptarlo, aunque aquello me costara. Limpio mi boca con la bufanda que tenía, sigo con la mirada a la señorita McGonagall la cual me miraba divertida.

—Tus pertenencias han sido llevadas al castillo, no me preguntes cómo logramos hacer eso. Así que te cambiarás una vez llegando por ahora tira esa bufanda y comencemos a buscar tus cosas.—sentenció comenzando a caminar, me dirigí rápidamente hacia ella sin perderla de vista.—El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería es un internado mágico ubicado en Escocia, si me preguntas cómo es que llegaremos hacia el, de la misma manera que llegamos aquí con magia. El castillo se ubica en las montañas, cercanas a un lago. Pero hemos tenido sumo cuidado con el, ya que se encuentra escondido por los más poderosos encantamientos posibles. Nuestra escuela es una de las tres mejores escuelas de magia en este mundo, ¿impresionante? claro que lo es.—Intento no chocar con alguien mientras escucho a la señorita McGonagall. A lo lejos observó como la mayoría viste de largas túnicas pero los tonos cambiaban.

—¿Existen más escuelas de magia?.—preguntó sorprendida

—¡Claro que si! Hogwarts no es el único colegio de magia, la academia de magia Beauxbatons en Francia, la cual es principalmente reconocida puesto a que solo se permiten chicas en ese lugar para más comodidad. Por otro lado se encuentra el Instituto Durmstrang que estudia casi en su totalidad las Artes obscuras se cree que está localizado en el norte de Europa.—prosiguió contando McGonagall, ella paró de pronto consiguiendo que repitiera su acción. Abrió la puerta que se encontraba delante de nosotras tenía un aspecto descuidado pero no me moleste en decir algo sobre aquello, las dos entramos rápidamente al parecer la señorita McGonagall no quería perder su tiempo.—Iré por los libros que necesitarás,no tardaré. Trata de no perderte ¿de acuerdo?

Asiento rápidamente, McGonagall se retiró en busca de mis nuevos libros. El pasillo en el cual me encontraba solo podía observar estantes de libros con pasta vieja, me acerco a unos quitando el polvo que había en ellos ocasionando que tosiera debido a que el polvo llegó a mi nariz.
—No puedes ser más bruta.—susurro tratando de tomar aire. Me alejo de los libros intentando buscar algo que me pudiera llamar la atención. Las ventanas me permitían observar todo en aquel callejón, no habían muchas personas incluso podía decir que se encontraba solo a excepción de una pareja que parecía estar discutiendo. No era nada comparado a los centros comerciales, la gente se amontonaba en esos lugares por lo cual ni siquiera me atrevía a ir, no quería terminar sofocada en algún rincón.

—Buenos días señorita. ¿Ha sido atendida ya?.—escucho casi un susurro. Volteó bruscamente encontrando un pequeño animal frente a mi, no estaba segura si lo era pero realmente lucia justo a los niños cuando se disfrazan en Halloween. No me asuste, al parecer esto no era raro en el mundo mágico. Aún no sabía que era exactamente y me dispondría a averiguarlo.

—Si, fueron por mis libros. Gracias.—intento sonar amable a lo cual él se acerca hacia mi.—
—Siéntese, debe estar cansada. No tardarán en entregarles sus libros.—llegó a una de las sillas que se encontraban cercas, para poder llevarme hacia ella y tomar asiento.

—No tenias porque molestarte, pero lo agradezco. Aunque aún no sé tu nombre.—parece no querer contestar, observa toda la tienda como si fuera observado.
—Dublín.—contesto brevemente

—Jane Potter, un gusto.—intento soñar calmada, pero su reacción solo me provoca desconcierto. Me observa sorprendido podía ver su rostro, dio la media vuelta para poder correr en dirección a las escaleras.

No sabía porque había sido su reacción, aunque a decir verdad la que debería a ver reaccionado de esa manera sería yo, no sabía qué especie era o si es que lo era. La señorita McGonagall entró a la sala en la cual me encontraba sonriéndome mientras llevaba algunos libros en sus manos
—Están todos aquí.—exclamó entusiasmada.—Al parecer Flourish y Blotts siguen teniendo ese entusiasmo en mi. Ahora vámonos, nos queda mucho por hacer.

El secreto de los PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora