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En mi niñez fui mordido por un hombre lobo, aún así acudí a Hogwarts. Fue difícil, cada mes me escabullía por los pasillos, escapando hacia la casa de los gritos. Mis transformaciones en esos días fueron terribles. Es muy doloroso convertirse en un hombre lobo. Estaba separado de los humanos para morder, así que me mordí y me arañé a mí mismo.—el recuerdo de remus seguía presente en el, jane lo observaba con detenimiento— Siempre oculté ser un hombre lobo, ponía excusas para cada escapada..no quería ser rechazado. Pero ellos lo descubrieron, tu padre, Sirius junto a peter... me aceptaron, y ellos eligieron convertirse en animagos.

—Increíble—suelto impresionada

—Si, si lo fue.—sonrió recordando aquellos tiempos—Nos llamamos a nosotros mismos los merodeadores. Sirius pudo convertirse en un perro, James en un ciervo y peter en una rata. Fueron momentos increíbles en mi vida, siempre los recordaré. Sobre todo a tu madre, lily. Ella conocía mi historia, fue la primera en enterarse y no salir corriendo. Siempre fue buena conmigo, siempre estuvo ahí... el día que naciste, todos estábamos felices, sobre todo lily cargando de ti apoyándote como su pequeña mariposa, ella me eligió como tú padrino.. no podía ofrecerte regalos costosos como lo quisiera, pero pude ofrecerte protección tal y como lo hice todos estos años.

—Eso quiere decir que...—intento continuar pero la pequeña risa de remus se hizo presente

—Soy tu padrino, jane. Lamento decírtelo hasta ahora, pero creo estando en Hogwarts sería un poco difícil ¿no es así? Viendo a tu profesor como hombre lobo y padrino—musitó divertido

Jane había estado atenta a las clases con de remus en Hogwarts, había creido que era uno de los mejores profesores en el colegio y le había sido difícil despedirse de él una vez que se marchó inesperadamente; aunque ahora lo entendía mejor. Los hombres lobos no son del todo unas criaturas bien recibidas en el mundo mágico, y el hecho de que uno impartiera clases sería un escándalo por parte de los padres de familia al no quererlo cercas de sus hijos. Su conexión había sido demasiado neutral, sus conversación fueron cálidas sin olvidar todas las veces que remus le recordaba el parecido con su madre. La idea de sentirlo como su familia, le parecía agradable y emocionante. Al final había obtenido un afecto como el de harry hacia Sirius, un amor fraternal.

—Me alegra saber más sobre mi padrino, créeme que me siento asombrada el hecho que seas un hombre lobo, ¿podré observarte alguna vez?—suspiro con admiración haciendo que riera un poco

Lo pensaré, harry ha conseguido hacerlo.. y no terminó todo muy bien—contesto firmemente rascando de su cabellera despeinada—Ahora vamos con los demás, debes estar hambrienta

—¿Ya has comido tú ? Mírate, te encuentras aún más delgado que cuando estabas en Hogwarts...—exclamó preocupada observando el aspecto de remus el cual no era del todo favorable, habían más cicatrices en su rostro, la palidez de su rostro casi se reflejaba, mientras sus prendas parecían empolvadas y desgastadas.

Soy el mayor aquí jane, no seré regañado.—suspiro una vez que tomaba mis hombros haciéndome caminar hacia la cocina donde todos se encontraban en sus respectivos asientos, remus sonrió a mi dirección antes de dirigirse a la silla vacía que se encontraba frente a harry. Sirius palmeó mi espalda una vez que se adentró para tomar asiento, me acercó hacia ginny la cual reía de los gestos de tonks provocándome la misma acción.

—Ron no haces más que desesperarme—susurro molly observando inquieto a ron mirar la comida. Los gemelos tomaron asiento delante mío, no había sido capaz de levantar la mirada por lo tanto tomó un tenedor para comenzar a moverlo sin parar distrayéndome de la presciencia de los gemelos.

El secreto de los PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora