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Tú uniforme será enviado a Hogwarts junto a tus pertenencias. Una vez que sepamos a qué casa perteneces tú túnica llevará el símbolo y color de esta.—dijo una vez más aclarando mis dudas McGonagall mientras salíamos de aquella tienda.

—A que se refiere con las casas.—cuestionó. Estaba enterada sobre Hogwarts, y que estudiaría en ese lugar por unos años. Pero el hecho que nos dividieran por casas las cuales no me imaginaba en absoluto.
—Se utiliza el sistema de casas, a lo que te refieres. Los estudiantes de Hogwarts se dividen en cuatro casas, las cuales son Gryffindor; fundada por Godric gryffindor. Hufflepuff fundada por Helga Hufflepuff. Ravenclaw, fundada por Rowena Ravenclaw y sin olvidar Slytherin, fundada por Salazar Slytherin.—suelta sin más. Trato de ingerir aquella información, al principio era muy difícil tratar de entender más sobre este mundo y lo que debía aprender para no parecer una novata a Hogwarts, pero podía hacerlo.—El que elige a qué casa irán los estudiantes es el sombrero seleccionador.

Continuamos nuestro camino, me tomó tiempo seguir al mismo paso a la señorita McGonagall la cual parecía ir lo demasiado rápido para yo poder perderme. Las preguntas volaban, no paraba de indagar sobre aquella escuela y lo que estaría apunto de vivir. El tiempo en el mundo mágico era sumamente curioso y el sueño me estaba matando en estos momentos, debía estar dormida hace un par de horas pero al parecer aún era de día en este lugar pero mi cuerpo no parecía entenderlo.

—Entra. Se que está tienda te encantará.—entro una vez que McGonagall llega al principal de la tienda, observó el lugar y me guío de los ruidos que había en ella.—Ve y escoge uno, o más bien ellos te escogerán a ti. Corre que aún nos falta tu varita

Me apresuro a llegar al extremo de la tienda, habían más personas dentro observando a los animales que se encontraban enjaulados o simplemente en el suelo. Observó las lechuzas, me parecían curiosas. Los colores las distinguían pero no había alguna que me llamara la tensión y supondría que ni yo a ellas. Camino un poco más encontrando algunas ratas, no me parecen desagradables pero al parecer yo si a ellas. Intento agarrar una pero esta pareció creer que quería hacerle algún daño y muerde de mi dedo, intento no gritar puesto a que habían más personas dentro y no quería armar un escándalo por aquello. Antes de que pudiera salir, un gato blanco se acercó a mi lamiendo de mi dedo, lo observó curiosa y podía sentir como él hacía lo mismo. Al parecer tendría compañía este año, y no me disgustaba la idea.
—Es hora de irnos, steve.—terminó de decir justo en el momento que McGonagall pagaba por mi ahora compañero.—Como podré pagarles todo esto, ni siquiera se si son válidos los dólares en este lugar o como podré conseguir para sobrevivir

La risa de McGonagall resonó por el lugar en el cual estábamos entrando, mis mejillas se habían tornado de un color rosada y podía notarlo debido a que un gran espejo se encontraba a unos pasos de nosotras.
—Es cortesía del señor Albus Dumbledore, no tienes porque preocuparte.—sigo sus pasos una vez que un hombre se acerca a nosotras.—señor Ollivander, le presento a nuestra nueva estudiante Jane Potter.

Los ojos de aquel hombre, que no sabía si su aspecto lucia así por alguna enfermad o por el paso de la edad, pero no intentaría averiguar. Me observó detalladamente para sonreír, tomó de mi mano suavemente a lo cual sonreí
—Un placer conocerla. Soy Ollivander, fabricante y vendedor de varitas para magos y brujas.—sonrió a nuestra dirección. Pidió que esperáramos mientras iba por lo que sería mi varita, sus pasos resonaban en el viejo piso. Llega a nosotras con una sonrisa en su rostro mientras acerca a mi una varita.—Agítala

McGonagall me había explicado minutos atrás el uso de las varitas y lo que estás podían ocasionar, la tomó sin dudar. La agito con sumo cuidado; realmente no quería destrozar nada, estaba esperando que algo cayera haciéndome entender que debía cambiar de varita pero esto no había llegado.
—El sauce es una madera poco corriente con poder sanador y también he notado que el dueño ideal para una varita de sauce posee a menudo, una inseguridad normalmente injustificada, por muy bien que intente ocultarlo. Mientras que muchos clientes con confianza en sí mismos insisten en probar una varita de sauce, atraídos por su atractiva apariencia y una reputación probada de producir magia avanzada no verbal, mis varitas de sauce han seleccionado a aquellos que exhibían mayor potencial, más que a aquellos que creen que no les queda mucho por aprender. Siempre ha habido un proverbio en mi familia, aquel que tiene el camino más largo, es el que irá más deprisa con el sauce.—dijo sin más llamando la atención de la señorita McGonagall la cual fue directamente hacia él y pagar por ella.—Tiene diez y un cuato de pulgadas de largo, elástica y de madera de sauce. Una buena varita para encantamientos, tal y como fue la de tu madre.

El secreto de los PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora