87. Como el Sol y la Luna

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Joana: -estira su mano, esperando a que me acerque y lo tome, y eso hago- Gracias -y lo voy a guardar en mi bolsillo pero ella me hace un pedido-.

Cris: ¿Puedes abrirlo ahora?

Joana: -no la miro, simplemente detengo el movimiento de mi mano y dejo la cajita a la vista, saco el moño azul que tiene y la abro. Abro los ojos un poco más, mínimamente, intentando que no se noten mis expresiones. Realmente es un regalo bonito, me la pondría en este momento pero tampoco quiero verme como una enamorada desesperada. - Gracias, es muy linda -digo, observando la pulsera que lleva un sol en ella-.

Cris: De nada -sonríe un segundo y me vuelve a mirar, con una expresión suave pero sin expresar tanto- Sé que...la he cagado -lo último lo dice con un tono muy bajo, porque no quiere que mi madre y mi hermana escuchen- pero ¿Puedes escucharme? Quisiera explicarte algunas cosas.

Joana: -la miro, y en su cara puedo ver que realmente quiere que hablemos entonces, asiento- ¿Vamos a caminar? -ahora ella es la que asiente- Ahora vengo ma -me acerco y doy un beso en el cachete, para después salir por la puerta, detrás de Cris-.

Caminamos por el pasillo en silencio y esperamos el ascensor igual.

Una vez dentro, la situación se pone más tensa.

Estamos en un espacio no mayor a 1m² y estoy entre enojada y triste por su culpa, no es una situación agradable.

Cris: Lo siento. No debí echarte de esa manera. Tú tenías -pero el ascensor se detiene, y en ese piso sube un hombre de unos 50 años al menos. El señor baja con nosotras todos los pisos y, ninguna de las dos hablamos, precisamente, por eso.

Una vez llegamos a nuestro piso, nos dirigimos a la puerta de salida del bloque. Bajando el segundo escalón del portal, continúa- Lo que...quería decir es que tenías razón.

Joana: ¿Con qué exactamente?

Cris: Emm antes de seguir, quiero pedirte que me escuches y que me dejes terminar, porque tampoco es que este segura de cómo decir lo que está pasando -simplemente asiento mientras continuamos caminando por la acera, alejándonos de mi edificio- Vale -la veo tomar aire cuando llegamos a la esquina de la manzana y cruzamos la calle, donde hay un parque- ¿Nos sentamos mejor? -vuelvo a asentir y una vez ahí, nos sentamos en el primer banco que hay- Vale.

Joana: Ya dijiste eso.

Cris: Déjame hablar -se acomoda y me mira, atentamente- Sé que quizá no debería, o sea, no tengo ningún derecho ni nada de decirte esto porque vamos...tu tienes novia y sé que no la vas a dejar. -me está confundiendo mucho y siento que está dando muchas vueltas- Tampoco te lo estoy pidiendo, a ver, tu puedes tomar tus decisiones y...-la miro con mi mejor cara de confusión- ¿Estoy dando muchas vueltas? -sonrío mínimamente y asiento- Lo siento, es que...lo que quiero decir es que, lo que me has dicho la última vez...mmm que a mi también me pasa. -y ahora es cuando comienzo a ilusionarme- He intentado evitarlo y he intentado quitarte de mi cabeza pero, joder, no puedo porque vienes y me haces reír, me abrazas, te ríes, y eres tan...tan tú y me encanta. En fin, que lo que intento decir es que creo que estoy enamorada de ti, bueno no creo, estoy segura, que yo también estaría enamorada de ti a los 8 años, que me gustaría seguir buscando esa estrella que llevamos tanto sin encontrar contigo y que si tu quieres -su mano izquierda descubre un poco su muñeca derecha, cubierta por la sudadera, dejando ver que lleva una pulsera idéntica a la que me regaló hace unos minutos- podríamos intentar empezar de nuevo porque la verdad es que, como el sol y la luna, yo no veo mi vida sin ti -me quedo mirándola y quiero decir muchas cosas pero, no sé cómo porque esto no lo esperaba para nada- Mmm no hace falta que me respondas nada ahora. Toma. -me da una tarjeta de un hotel- Esta noche estaré ahí, esperando una respuesta -me mira por última vez, se levanta del banco y la veo alejarse de mí, casi pareciera una despedida-.

Martes 20:03 (Joana)

Salgo de la ducha con una sonrisa que hace dos horas no esperaba tener.

Seco mi pelo y lo peino, mientras me miro en el espejo.

Me gusta verme así y, más me gusta, la razón por la cual me veo así.

Me acerco a mi cama, donde está el vestido que me ha ayudado mi madre a elegir y me lo pongo.

Vuelvo al espejo y, mientras doy mis últimos retoques a mi maquillaje, puedo observar de reojo la tarjeta en la pequeña mesa de madera a mi lado, sonrío más grande aún.

Parece que va a ser el mejor día en mucho tiempo.

Parece que va a ser el mejor día en mucho tiempo

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