67. Isla Tormenta

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Killua PoV:

- Atracaremos en el lado oeste – dijo Nakamura – es el lado más cercano a las bodegas y no solemos atracar ahí. Es poco probable que nos reconozcan.

Mientras nos preparábamos para bajar, Celeste se acercó a nosotros.

- Este lugar esta lleno de gente peligrosa – nos advirtió – no miren a la gente a la cara si no quieren problemas. Aquí todos sospechan de todos y no necesitan una buena razón para matar a otros – se puso una capucha para que no la reconocieran en la isla – Ah y por lo que más quieran, no firmen nada – agregó – nunca.

- Veo que te cambiaste de bando – espetó Nakamura con desprecio – que estúpida...

- Cierra la boca – le contestó ella – eres solo una serpiente rastrera.

A penas atracamos en el puerto, un sujeto alto como una montaña se nos acercó. No tenia un aspecto amigable, eso seguro. Subió al barco y nos escrutó con la mirada buscando a quien se suponía era el líder. Nakamura se adelantó, yo lo seguí con mi mano en sus riñones, para que no se le ocurriera ninguna brillantés.

- Credenciales – pidió con voz monótona el sujeto. Nakamura levantó en alto un papel con un sello, que habia sacado de la cabina del capitán momentos antes - ¿Traes prisioneros?

La sangre se nos enfrió a todos.

- No – respondió Nakamura y todos volvimos a respirar.

- ¿Y cuales son sus asuntos aquí entonces?

- Traigo un campeón para el Torneo de la Estrella Negra – respondió. ¿Qué diablos era eso? Oí como Celeste refunfuñaba molesta.

El sujeto se limitó a mirar por sobre la cabeza de Nakamura hacia el resto de nosotros. Levantó una ceja escéptico.

- ¿Donde esta? Debes inscribirlo ahora – se limitó a decir.

- Justo aquí – se movió para que el tipo me viera – es él.

Yo intenté no parecer sorprendido. El sujeto me miró de pies a cabeza con una sonrisa burlona en el rostro.

- Y el resto del circo qué – preguntó refiriéndose a los demás.

- Son su equipo de preparación – respondió Nakamura.

Entonces el tipo me entregó unos formularios y una pluma, sin hacer más preguntas. Yo comencé a rellenarlo sin saber que más hacer. Un movimiento en falso y nos descubrirían.

- Debes firmar aquí – indicó ya hastiado de nosotros el sujeto – no hay tiempo para dudas.

- No! – saltó Celeste de detrás de mi, deteniendo mi mano antes de que firmara. El sujeto la miró con el seño fruncido. Achinó los ojos como recordando algo.

- Yo te conozco... - dijo y Celeste dio un paso atrás.

Maldición, nos descubrirían, no podía permitirlo. El sujeto se agachó para verla con más detenimiento y ella apartó la mirada. No habia otra cosa que hacer. Firme sobre la línea.

- Listo! – dije cruzándome entre ella y el sujeto gigante – ¿ahora ya podemos irnos?

Mi firma brilló de color dorado en el papel y él recibió el formulario olvidándose de Celeste. Escribió un 8 en él y luego me dio una copia del documento.

- Por supuesto – dijo entre dientes - bienvenido a Isla Tormenta, señorito.

Dando media vuelta caminó hasta salir del muelle.

Furioso me giré hasta Nakamura.

- ¡En que maldito embrollo me metiste, sabandija! – rugí.

- Querían entrar sin levantar sospechas y lo conseguí – se defendió este levantando las manos en el aire – Ahora podrán andar libremente por la isla.

- ¿Qué es todo eso del torneo? – Kurapika se acercó nervioso.

- Te dije que no firmaras ¿¡Acaso eres idiota!? – Celeste me tomó del brazo iracunda – fui muy clara!

- ¿Y que querias que hiciera? ¡el tipo sospechaba de ti!

- Chicos basta! – Akira nos separó – estan llamando la antención de la gente – dijo en voz baja. Tenia razón. Levanté la mirada solo para ver como los tripulantes de otros barcos y gente del puerto se volteaba a mirarnos sin disimular.

Celeste no dijo nada más pero me fulminó con la mirada.

- ¿Por qué es tan malo que él haya firmado eso? – preguntó Touma.

- Necesitamos hablar, pero en un lugar más privado – murmuró ella y, sin más, tomó la copia del documento que yo aun sostenía y la guardó – síganme.

___(t/n) se me acercó preocupada. Yo tomé su mano mientras bajábamos del muelle.

La oscuridad era tal en Isla Tormenta que no sabia a ciencia cierta si era de noche o de día; las nubes espesas bloqueaban el paso de la luz del sol. El camino de adoquines sucios y húmedos se abria paso entre posadas y restaurantes de mala muerte. Las farolas iluminaban con una tétrica luz amarillenta la calle, como agonizando.

Seguimos a Celeste hasta una vieja posada cuya fachada dejaba mucho que desear. Ella entró y luego nosotros. El aire era pesado adentro, pero al menos era más tibio que la gélida brisa de afuera. Cuando pasábamos por la puerta, nos cruzamos con un grupo de sujetos que iba de salida; y antes de darnos cuenta, Nakamura había desaparecido.

Gon salió corriendo de la posada seguido de Leorio. El maldito se había escabullido y no quedaba ni rastro de él. Hice el ademán de seguirlos pero Celeste me detuvo.

- ¡Si salen persiguiendo a Nakamura solo llamarán la atención hacia nosotros! – me advirtió.

- Pero...!

- Pero nada.

- Va a delatarnos – se quejó Kurapika en voz baja.

- No, no lo hará – Celeste lo contradijo y exasperada por no poder controlar al grupo y hacer que dejáramos de llamar la atención, suspiró poniendo los ojos en blanco – ¡lo que menos quiere él ahora es hablar con Ishida o cualquiera de los demás! ¡No puede admitir que perdió el cargamento ni que fue emboscado, menos que los trajo aquí! ¡Lo matarían! – explicó molesta en voz baja – ¿Ahora pueden por favor solo sentarse? Pediré algo de comer.

Todos nos miramos con una mezcla de desesperación y confusión. Las cosas no estaban saliendo bien y había mucho que no entendíamos. Que Nakamura escapara había sido la gota que rebasaba el vaso y ahora para colmo dependíamos de Celeste. Todo iba de mal en peor.

Nos sentamos en una gran mensa que estaba en el fondo, de la posada, resignados. Gon y Leorio volvieron con frustración en el rostro unos minutos después.

- Se escabulló como una rata en la alcantarilla – Leorio se sentó molesto junto a Kurapika – maldita sea...

Gon no dijo nada, pero pude ver lo enojado que estaba.

- Coman algo – Celeste volvió con una jarra de café y pan recién horneado – lo necesitarán para escuchar lo que tengo que explicarles.

- ¿Como pagaste por todo esto? – le preguntó ___(t/n).

- Con esto – Celeste le mostró entonces la copia del documento que yo había firmado hacia un rato en el muelle – este condenado papel te da acceso a comida y alojamiento para el campeón y su equipo en cualquier lugar de la isla.

- ¿A cambio de qué? – pregunté, sin realmente querer saber la respuesta.

- Tu vida, Albino – sentenció ella – o tu muerte.

El Rescate (Killua Y Tu) HxH Fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora