Pasaron tal vez un par de semanas y era viernes en la noche. Mi padre y yo ya estábamos instalados en nuestro nuevo hogar en Oregón Portland. Era un lugar tranquilo y agradable. Y nuestra casa era realmente hermosa. La arquitectura era muy moderna. Cada habitación estaba en colores negro y café. En definitiva los colores favoritos de mi padre. Pero estaba sumamente nostálgica, por el hecho de que nuestra casa en Seattle era el único recuerdo tangible que me quedaba de mi madre.
Coloqué una pequeña foto de mi madre en el buró al lado de mi cama, me tiré sobre ella a tomar un respiro y mi mirada se perdió en una esquina del techo.
-Parece que tenemos un ático.- dijo mi padre subiendo por una escalera hacia la pequeña puertecilla que estaba en mi habitación. Cuidadosamente la abrió y asomó su cabeza mientras yo esperaba impaciente abajo. -Sip, es un ático, cariño.- tomó una linterna y alumbró.
-Yo quiero ver...- di saltitos como niña pequeña. Mi padre bajó y me ayudó a subir por las escaleras. En efecto; era un pequeño ático con un poco menos de 1.30 mts de altura que contaba con un par de ventanales en el techo y otros dos a los costados.
-Tal vez traiga algunas cosas para llenarlo.- dijo mi padre desde abajo.
-No, no, no, esto está en mi habitación y hay demasiado espacio abajo en el sótano. Deja que yo me lo quede.- hice un puchero.
-Es demasiado pequeño, ni siquiera cabes de pie, Courtney.- me asomé desde arriba y lo busqué con la mirada.
-Puede servirme para subirme a dibujar aquí, déjame que lo acondicione, ¿sí? Es un lugar demasiado acogedor como para que lo ocupemos con cosas viejas.- sonreí de manera inocente.
-Está bien, pero sólo porque quiero que estés cómoda aquí.- dijo rendido. -Hay una escalera de madera en el sótano. La barnizaré y la traeré para que la uses.- salí del atico un poco más animada.
-Gracias...- dije con una sonrisa.
-Mientras lo hago, ¿podrías ir al supermercado de aquí cerca por un poco de agua?, muero de sed y aún no está instalado el filtro.- caminó a la salida de mi habitación.
-¿Ya no estoy castigada?- pregunté sarcástica.
-Cariño, sé buena y hazlo. Podrás comprarte lo que se te antoje.- dijo bajando las escaleras.
-Agh... bien.- me puse mis tenis blancos, ya que la mayor parte del tiempo la pasaba descalza. Desaté mi cabello que estaba en una cola alta, tomé un poco de dinero de la billetera de mi padre y salí de la casa.Estando en el pequeño pero bastante bien surtido supermercado; compré un paquete de botellas de agua, una caja de galletas y una enorme bolsa de Chettos. Tomé una revista mientras esperaba en la fila de la caja y leí hasta que fue mi turno.
-Buenas noches.- el chico de la caja me saludó de manera cordial.
-Buenas noches.- respondí seria y perdida en mi lectura, ya que mis compras se encontraban fuera de mi carrito desde que el cliente anterior estaba siendo atendido.
-Disculpa...- el chico llamó mi atención nuevamente. Al parecer me había preguntado algo segundos atrás pero estaba tan distraída que no había logrado comprender ninguna de sus palabras. Cerré la revista y levanté mi vista hacia al chico de la caja. Al hacerlo casi me da un paro cardíaco. Joder, el chico era extremadamente atractivo. De cabello castaño oscuro, piel blanca y ojos verdes, con una estatura bastante mayor a la mía y de cuerpo fornido. Sin olvidar ese pircing en la esquina de su labio inferior que lo hacía verse realmente sexy. Maldita sea, y yo en desfachatez total con estos estúpidos pantalones deportivos color gris, esta camiseta corta y vieja del mismo color que dejaba al descubierto parte de mi abdomen y mi rizada melena que no podía estar más esponjada. Sin una sola gota de maquillaje y para colmo no llevaba sostén. Salir nada arreglada era algo que nunca me había preocupado, ya que rara vez tenía interés en un chico y aquí nadie me conocía, pero por amor a Dios... si hubiera sabido que me iba a topar con este hombre jamás habría salido así.
-¿Cómo?- pregunté perdida en sus preciosos ojos.
-La revista... ¿vas a llevarla?- preguntó sonriendo medianamente sin dejar de verme a los ojos.
-¿La revista?- parpadeé varias veces tratando de salir del lapso de estupidez en el que me encontraba.
-Sí, la revista que tienes en la mano.- el chico rió por lo bajo señalando la revista que tenía.
-Oh... no, no, yo sólo la leía un momento. Lo lamento...- dije apenada dejando la revista en donde la había encontrado.
-Descuida.- rió. Sentí mis mejillas arder, pero su sonrisa ahora era la que me tenía esclavizada. Era realmente encantadora y más con ese par de hoyuelos que se marcaban en sus mejillas. Retiré mis anteojos que siempre ayudaban a mis astigmáticos ojos a leer y las coloqué en el cuello de mi camiseta para después comenzar a tratar de aplacar un poco mi melena de león. Notaba como el chico hacía su trabajo no sin arrojarme pequeñas y discretas miradas de vez en cuando. Tal vez ya había notado que se me marcaba todo el busto en la maldita camiseta. Un tanto avergonzada crucé los brazos a la altura de mi problema y fingí demencia. -Son $12.50.- sonrió y me miró nuevamente con atención.
-Seguro...- saqué de mi bolsillo el dinero y le pasé algunos billetes. Sus dedos rozaron levemente con los míos haciendo que sintiera una extraña descarga por todo mi cuerpo. Sus brazos estaban llenos de tatuajes y sus manos... maldita sea, debo admitir que tenía un fetiche con las manos masculinas, pero las de él me habían más que fascinado.
-Ahm... dudo que las bolsas de plástico aguanten tu agua, ¿quieres que te obsequie una bolsa de tela?- preguntó amablemente.
-Sí, claro, por favor.- respondí. Él tomó una de las bolsas color azul que colgaban de la caja y acomodó ahí el paquete de botellas, mientras que la señora de avanzada edad que ayudaba a empacar las cosas, se encargaba de guardar mis antojos.
-Aquí tienes.- me pasó mi ticket de compra al mismo tiempo que me sonreía de lado.
-Gracias...- sonreí tímida, tomé mis compras y caminé hacia la salida. Aún podía sentir la mirada de aquél chico sobre mí, o tal vez sólo estaba paranoíca. Me detuve un momento para guardar el ticket de compra en mi bolsillo y también para echar un último vistazo. Cuando lo hice vaya sorpresa que me llevé; el chico no había dejado de verme en ningún momento, tal y como lo había sentido. Su mirada ya estaba intimidándome lo suficiente como para que mis manos comenzaran a sudar. Apenada miré al suelo y salí del supermercado dejando atrás aquella incómoda situación.
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I'm Your Crime
Fanfiction¿Alguna vez te has preguntado qué tan peligroso puede ser el amor?, ¿te has puesto a pensar en qué personalidad hay detrás de cada individuo que conoces?, ¿haz acaso imaginado en algún momento que eres cercana(o) a alguien peligroso?, ¿Y alguna vez...