Mi niña

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Courtney:

Cuando Matt regresó de la farmacia, me aplicó un gel en el pie y me cuidó el resto del día. Me dejó intrigada por un momento, el hecho de que cuando regresó estaba muy nervioso. Pero eso había ido cesando conforme las horas transcurrían, al igual que mis dudas al respecto.

-¿Puedes parar ya, por favor?- pregunté divertida al ver que Matt no dejaba de jugar con uno de mis rizos. Estirándolo y soltándolo una y otra vez, mientras yo leía un libro, recostada en mi cama.
-No puedo evitarlo, tu cabello es tan lindo como divertido.- rió. -Además hay pura mierda en la TV.- añadió. Dejé mi libro a un lado y me giré hacia él, quién estaba sentado en el suelo, con los brazos sobre la cama. Tomé su rostro con ambas manos y lo besé apasionadamente.
-Entonces mírame a mí...- dije separándome un momento de sus labios.
-Eso hago siempre...- susurró y siguió con los besos. Me incorporé sin apartar su boca de la mía, haciendo que él subiera a la cama. Me recosté boca arriba, con el cuerpo de Matt entre mis piernas. Mismas que él acariciaba de arriba a abajo con sus dedos.
-Así que ya se siente mejor la señorita...- dijo con una pícara sonrisa bajando sus labios a mi cuello.
-Contigo aquí es imposible no sentirme bien.- reí.
-Qué bien hueles...- aspiró profundamente cerca de mi clavícula.
-Y eso que no me he duchado.- dije divertida.
-Te puedes duchar conmigo si quieres.- el aliento de Matt contra mi piel, sus labios dejando húmedos besos en mi cuello y sus manos recorriendo mis piernas, me estaba poniendo a mil.
-Sí, sí, buena idea...- dije haciendo que parara.
-Genial...- fue a preparar el agua de la regadera, mientras yo esperaba pacientemente en la cama. Tomé mi celular y vi que había recibido un mensaje de Amber.

Amber: Courtney, ¿entraste a la web desde tu computadora?

-El agua ya está, bonita.- me llamó Matt.
-Pero, debes recordar que estoy un poco inútil con este pie.- reí apenada.
-No importa, yo no voy a dejar que te caigas...- sonrió de lado, me tomó por la cintura y me levantó de la cama. Sus brazos eran tan fuertes y tan gentiles con mi cuerpo, en verdad eran el cielo.
-Está bien...- nerviosa solté mi celular en mi cama, Matt me llevó al baño y me ayudó a quitarme la ropa. Me estaba sonrojando demasiado que su mirada no dejara de examinar cada parte que iba dejando vulnerable. Cuando terminó, se quitó su ropa rápidamente y me metió a la ducha levantándome ligeramente del suelo. Estando adentro, Matt cerró la puerta transparente de la regadera y me miró seductor.
-¿Está usted a gusto con la temperatura del agua, señorita?- preguntó.
-Para mi gusto, está un poco caliente, pero usted arde más, joven Sanders.- dije con una sonrisa traviesa. Matt soltó una carcajada y abrió un poco más el agua fría. -Perfecta.- me encogí de hombros.
-Como tú...- besó mis labios cortamente, puso jabón en sus manos y recorrió con ellas mi cuerpo mientras yo aplicaba shampoo en mi cabello. Cuando terminó, empezó a hacer énfasis en mis pechos, aún con sus manos enjabonadas. Me dio la vuelta haciendo que le diera la espalda y siguió, esta vez con su mentón rozando mi hombro. Parada en un solo pie, con mi cuerpo apoyado sobre su pecho y mordiendo mi labio inferior, sentí como me encendía cada vez más. Una de sus manos bajó a mi entrepierna y comenzó a dar un masaje en circulos.
-Aaahh...- solté un silencioso gemido. Tomé el difusor de la ducha y me volví hacia Matt. -Te enseñaré cómo lo hago aquí...- sonreí coqueta, abrí el difusor y puse el chorro de agua directamente en mi intimidad. Solté otro gemido provocando a Matt, quién miraba con minuciosidad. Tomó el difusor y me puso contra la pared.
-Sostente de mí...- ordenó con la voz ronca y llena de lujuria. Puse ambas manos sobre sus fuertes y anchos hombros, y él levantó mi pierna derecha para dejar libre el acceso.
-Aaahh por Dios, Matt...- gemí con el agua golpeando mi vulva y los labios de Matt sobre mi pecho. Mi brazo derecho rodeó su cuello y mi mano izquierda alcanzó su miembro ya erecto. Gruñó por lo bajo e introdujo mi seno izquierdo a su boca. -Matt...- lo llamé con la respiración agitada.
-¿Qué?- preguntó concentrado en lo que su boca hacía.
-Hazlo ya...- ordené con la cabeza contra la pared. Él sonrió, dejó de hacer lo que hacía e hizo que rodeara su cadera con mis piernas.
-Courtney, espera, olvidé el preservativo...- dijo tornándose serio.
-A la mierda el preservativo...- su sonrisa regresó. Ambos miramos con detenimiento como poco a poco quedábamos unidos de esta forma tan carnal. Y jadeamos al unísono al sentirnos por completo el uno al otro. Matt me embistió fuerte una vez, me dedicó una lasciva sonrisa y siguió con ese mismo ritmo. Eché la cabeza hacia atrás, disfrutando de esa extraña y placentera sensación, que me provocaba sentirlo tan adentro de mí. El agua hacía un perfecto recorrido desde la cabeza de Matt, bajando por su espalda, sus hombros y sus sienes, hasta su perfecto torso. Agua que sentía abundantemente caliente, pero por su puesto que no era eso. Estaba segura de que era el incesante incendio debajo de mi piel que Matt había originado. -Te amo mucho...- fue como si aquellas palabras fueran liberadas inconscientemente de mi alma. Él gimió de forma sonora en respuesta, mordió mi labio inferior y se corrió en mi interior como si mi locución hubiera sido el detonante.
-¡Aaahhh Matt!- grité sintiendo ese líquido tan cálido llenando mis entrañas. Tuve suficiente con eso para correrme también.
-¡Mierda!- jadeó excitado. Cerró las llaves del agua y pegó su frente a la mía.
-Te amo...- susurró con el pecho de arriba a abajo. No creí de verdad que me respondería de la misma forma, ni siquiera pensé que lo haría. Sonreí de oreja a oreja y besé sus labios, plasmando todos mis sentimientos por él en ese beso. Sin bajarme, me sacó de la ducha y me llevó a la cama. Colocó una toalla encima de la misma y puso sobre ella.
-Me siento como una niña.- reí divertida después de que él me pusiera en la cama.
-Lo eres. Eres mi niña...- cubrí mis labios con mi mano derecha, para evitar soltar un grito de ternura.
-¿En dónde exactamente me ves lo niñita?- pregunté.
-En tus ojos...- colocó su dedo índice en mi barbilla, levantando más mi rostro hacia él. -No reflejan otra cosa que ternura e inocencia.- aseguró serio. Perderme en sus ojos era algo tan adictivo, tan hipnótico.
-Sí... solía ser más inocente...- dije recordando la muerte de mi madre.
-Ni siquiera lo que te pasó fue suficiente para derrumbar ese brillo tan especial que veo en ti, linda.- acarició mi rostro. -Me habría encantado ser tan fuerte como tú...- suspiró.
-Matt, no digas eso. Lo que me pasó no se compara en nada con lo que te sucedió a ti.- tomé su mano entre las mías. Matt se colocó una toalla alrededor de su cadera, se sentó a mi lado y secó las gotas de agua de mi cuerpo.
-¿Por qué eres tan hermosa?- preguntó mientras miraba mi cuerpo, como si estuviera admirando la más bella y perfecta obra de arte.
-¿Por qué tú eres tan perfecto?- pregunté ruborizada. Él soltó una risita.
-No lo soy y lo sabes...- dijo con una sonrisa.
-Para mí lo eres.- me incliné hacia él, quedando más cercana a su rostro. Ahora era él, el que se encontraba perdido en mi mirada.
-A veces me da tanto miedo experimentar todo lo que estoy sintiendo por ti...- murmuró. Lo miré fijamente tratando de entenderlo. -Pero cada que te miro, tu manera de ser conmigo, tu calidez, tu bondad, tu honestidad... me hacen desechar mis miedos.- sonreí y acaricié su mejilla izquierda.
-Yo no voy a hacerte ningún daño. Jamás lo haría...- susurré.
-Lo sé...- besó mi frente. -¿Tienes hambre?- preguntó.
-Mucha.- reí.
-Iré a prepararte algo para cenar.- se levantó de la cama, secó su cuerpo y se puso su ropa de nuevo.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora