"¿Te lo vas a tirar?"

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-¿Tu padre ya está en casa?- preguntó a media cuadra de que llegaramos.
-Ahm... no, no llega hasta en la noche, ¿por qué?- lo miré atentamente sin dejar de caminar.
-Porque no quiero que se enfade de ver a su niña llegando con un vago como yo.- respondió irónico.
-No eres un vago. Trabajas para tener una vida mejor, además eres todo un caballero conmigo.- tomé su mano derecha y esta vez nos veíamos como una verdadera pareja. Caminando de la mano.
-Eso no le importa a la mayoría de la gente, linda.- sonrió viendo al frente al sentir mi tacto.
-¿Por qué lo dices?- me detuve y me coloqué justo enfrente de él.
-Estoy acostumbrado a que la gente me juzgue de pésima manera, por mis tatuajes y este pircing. Y lo sé, es el siglo XXI, pero a pesar de ello aún hay gente que juzga por eso, y por aquí es muy común. Se dicen por ahí muchas cosas de mí, pero no debes creerlas.- enseguida negué con la cabeza y dejé un beso sobre sus labios.
-Claro que no, yo no soy como los demás.- él puso ambas manos en mi cintura y analizó mi rostro con minuciosidad.
-Deberías entrar ya.- dijo sin apartar su mirada.
-¿A dónde?- arqueé una ceja.
-A tu casa.- respondió.
-Espera un momento... ¿cómo sabes que esta ya es mi casa?- entrecerré los ojos. Matt se puso serio y movió sus ojos de un lado a otro.
-Porque soy un excelente adivinador de casas. Tú estás preciosa y no podrías vivir en una casa mejor que esta.- señaló mi casa.
-Sí, claro, eso sonó muy convincente.- dije sarcástica. -¿Acaso me seguiste?- bajé sus brazos de mi cintura e intenté ponerme seria.
-Me atrapaste, sí te seguí. Pero es que no pude evitarlo. Me fascinaste desde que te vi.- en verdad se me hacía imposible no poder ceder a esa actitud tan encantadora.
-¿Cuando ocurrió eso?- pregunté.
-Ayer, cuando fuiste al supermercado por pizzas.- no lo vi totalmente seguro de su respuesta.
-Eso es invadir mi privacidad, joven Sanders.- puse mi dedo pulgar e índice en mi barbilla, adoptando así una interesante postura.
-¿Eso te importa realmente?- sonrió seductor.
-No, hahaha pero en ningún momento te noté.- reí divertida.
-Esa era la intención. No quería verme como un psicópata siguendo a su hermosísima víctima.- mis mejillas no terminaban de tornarse de su color original cuando Matt volvía a sonrojarme con sus palabras.
-Debo entrar ya...- dije con una sonrisa tímida.
-¿Cuándo nos veremos de nuevo?- rodeó mi cintura con sus brazos pegándome a su cuerpo.
-Ahm... mañana probablemente no.- reí. Matt hizo un exagerado puchero, provocándome una fuerte carcajada. -Lo siento, lo más probable es que mañana si vaya a comer con mi padre. Pero...- bajé mi mirada y admiré sus fuertes brazos tatuados, descubiertos gracias a esa camiseta blanca de Metallica sin mangas que llevaba puesta. -Estoy notando que eres todo un arte. Un arte que me encantaría dibujar padado mañana.- pasé mi dedo índice sobre su brazo izquierdo.
-¿Dibujas?- preguntó alzando ambas cejas de manera sorprendida.
-Sip.- respondí orgullosa. -Podría invitarte a mi casa, comer algo y dibujarte. ¿Te parece?- apreté mis labios esperando respuesta.
-Me parece excelente, señorita.- dijo sonriendo de lado.
-Hecho.- saqué las llaves de la casa de mi mochila y abrí la puerta.
-Nos vemos pasado mañana entonces.- sonreí coqueta.
-Claro que sí.- tomó mi mano derecha y tiró de ella hacia él. Acercó sus labios a los míos y yo giré agilmente mi rostro haciendo que su beso quedara sobre mi mejilla.
-Hasta pasado mañana...- dije con una risita traviesa entrando y cerrando la puerta. Dejando a Matt ahí afuera mirándome estupefacto por lo que acababa de hacer. Sólo quería dejarlo con ganas de más y al parecer lo había logrado exitosamente.

Joder, a penas estaba razonando lo que había sucedido; había invitado a un chico a mi casa a follar. Bueno, no a follar, pero maldita sea, es lo que sucede cuando estás en una casa a solas con alguien que te gusta. Y considerando que en verdad me había encendido por dentro ese beso que Matt me había dado en la cafetería, supe que no sería fácil contenerme a lo que probablemente pasaría.

Necesitaba ayuda, así que decidí recurrir a la ayuda de mi único verdadero amigo en toda mi vida; Benjamin. Conocí a Ben en la secundaria y siempre había sido un buen consejero. Saqué mi celular y busqué su contacto.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora