I'm Your Crime

Y caí en sus redes...

Era domingo y me la había pasado todo el día terminando de personalizar mi habitación. Había hecho en mi pared negra una enorme pintura de un cielo estrellado con la luna llena, que honestamente me estaba quedando precioso. Mientras pintaba los últimos detalles, no dejaba de venir a mi cabeza los ojos de ese chico, su pálida piel, sus manos, su sonrisa. Vamos, Courtney, sólo te atendió en un supermercado y te dio una bolsa de tela, no es para tanto.

-Vaya, en verdad mi hija tiene talento...- dijo mi padre desde el marco de la puerta de mi habitación mirando mi pintura, sacándome de mis pensamientos. Sólo sonreí en respuesta.
-Cariño, debes dormir ya. Mañana entras a tu nueva escuela.- se sentó en mi cama.
-¿¡Qué!? ¿Ya mañana?, ¿Por qué no me lo dijiste?- pregunté.
-Porque apenas me lo dijeron hoy. Llevé tus papeles y me dieron tu uniforme...- no lo dejé continuar.
-¿¡Uniforme!? ¿¡Llevaré uniforme!?- hice cara de asco.
-Courtney, estás por cumplir dieciocho años y sigues haciendo berrinche como cuando tenías cinco.- rodó los ojos.
-Sabes que detesto los uniformes.- me crucé de brazos.
-Fue la única escuela que te dejó continuar desde el semestre en donde te quedaste, así que no te quejes. Además te va a gustar tu uniforme.- se encogió de hombros.
-Ash...- puse los ojos en blanco.
-Oye, necesito que te esfuerces. No quiero tener que verme en la necesidad de mandarte al internado militar.- me puse aún más seria después de lo dicho.
-¿Eso a ti te da igual, no? De cualquier forma eres mi padre, aunque no te guste.- dije citando sus mismas palabras y seguí con mi pintura.
-Nena, no dije eso enserio y lo sabes, estaba muy enfadado contigo. No quiero que te vayas.- no supe qué decir, así que él continuó. -Yo estaba empezando a tener problemas con tu madre, pero a ti no te he dejado de querer en ningún momento. Hemos estado muy distanciados desde lo que pasó, quiero cambiar eso. ¿Te parece si mañana te invito a comer?- tomó mi mano izquierda entra las suyas.
-Nunca tienes tiempo.- lo miré nuevamente.
-Me daré un tiempo libre para pasar tiempo con mi hija.- se encogió de hombros.
-Está bien...- sonreí.
-Eso...- dio un beso en mi frente y se puso de pie. -Ah...- se volvió hacia mí antes de salir de mi habitación. -Y nada de agredir a otras chicas ni ocasionar peleas. Si yo voy a poner de mi parte, entonces tú también.- dijo serio.
-De acuerdo...- puse los ojos en blanco.
-Ni responderle a los maestros, ni empujar, ni taclear en deportes, ni meter cosas radioactivas o asquerosas en mochilas ajenas...- levantó su dedo índice.
-No lo haré.- levanté ambos brazos, y él me miró con los ojos entrecerrados.
-Tampoco saltarte clases.- se cruzó de brazos.
-¡Pfff!- solté el aire de manera exagerada.
-Maldita la hora en la que te metí a esas clases de boxeo.- rió.
-Sí, gran error.- reí con él.
-Descansa, cariño.- cerró la puerta y se retiró.

Al día siguiente me levanté temprano, me duché y me preparé para ir a mi nueva escuela. Mi padre no había mentido, el uniforme era lindo. Falda tableada color rosa claro, blusa blanca, corbata en colores rosa, negro, gris y blanco, saco gris con un poco de blanco en los bordes y un par de largas calcetas blancas con tres franjas rosadas en la parte inferior. Finalicé con unas zapatillas deportivas blancas que igual iban con el uniforme y quedé lista. Desayuné un poco de cereal, arreglé mi cabello y me maquillé como de costumbre. Mi padre ya se había ido mucho antes que yo, así que estaba totalmente sola. Al terminar salí camino a la escuela que estaba a unas cuantas cuadras.

No había sido bueno, pero tampoco había sido una mierda mi primer día en el colegio. Me presenté con todos los estúpidos maestros, me pusieron al corriente en todo y toda esa porquería que se hace cada que eres nuevo en una escuela. Estaba totalmente acostumbrada a ello, ya que no era la primera vez que me cambiaban de escuela porque me habían expulsado de la anterior. Cuando las clases acabaron, saqué mi teléfono celular y le mandé un mensaje a mi padre.

Courtney: Hola, ¿ya vienes por mí?

Papá: Hola, hija, te pido una disculpa. No podré comer contigo hoy. Estamos realmente atareados en el restaurante. Es un caos, no puedo dejarlos solos. Por favor, pide algo de comer. Te veré en la noche.