Recordar le da sentido al dolor, hazlo antes de que pierdas el valor

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-Hola, Matt...-
-Hola, preciosa, buenos días. Siento no haber respondido, estaba dándome una ducha.-
-Descuida, ahm...-
-¿Pasa algo?-
-No, no... bueno... sí... es que me caí en clase de gimnasia y...-
-¿Estás bien? ¿te lastimaste?-
-Sí, creo que tengo un esguince y mi padre me dijo que no puede venir por mi porque...- no dejó que continuara.
-No hagas esfuerzos, voy para allá.-
-Sólo si tú pued...- colgó.

Sonreí, me encogí de hombros y tomé mi mochila para aproximarme brincando sobre mi pie sano, a la salida de la escuela. No quería que Matt tuviera problemas porque no lo dejaran pasar, así que decidí que lo esperaría ahí.

Estaba un tanto desanimada de saber que había estudiado tanto para un examen, que ahora no iba a poder presentar por culpa de la perra de Shanon.

No pasaron ni siquiera 20 minutos cuando escuché que llamaban a la puerta de entrada del colegio. El conserje, que barría el pasillo, dejó de hacer su labor y fue a abrir la puerta.

-Buenos días, disculpe... vengo por una chica que acaba de lastimarse, debo llevarla a su casa.- escuché la voz de Matt. Colgué mi mochila en mi espalda y me acerqué despacio a la puerta.
-Necesito su identificación para dejarlo entrar...- respondió el conserje.
-Soy yo por quién vienen...- dije llamando la atención del hombre, mientras me ponía enfrente de la puerta, a la vista de ambos.
-Courtney...- Matt entró preocupado ignorando el hecho de que no podía pasar sin identificación. -¿Qué te dije? Te dije que no hicieras ningún esfuerzo...- me cargó entre sus brazos.
-No quería que tuvieras problemas...- respondí con una risita.
-¿Señorita Anderson, va a retirarse con este joven?- preguntó el conserje.
-Sí y le agradecería mucho que le avisara a la doctora que pude retirarme.- dije mientras Matt me sacaba en brazos.
-Lo haré, que se mejore, señorita Anderson.- se despidió.
-Gracias...- la verdad no recordaba su nombre, pero era muy amable con todos.

Matt me llevó a su auto y una vez adentro, tomó mi rostro entre sus manos y miró cada una de mis heridas.
-Oh linda, en verdad te lastimaste...- dijo angustiado.
-No es nada, lo que me preocupa es el pie...- respondí perdiéndome en sus verdes ojos.
-¿Qué fue lo que pasó?- preguntó serio.
-Yo... estaba jugando basketball y caí...- expliqué.
-¿Caíste?- entrecerró sus ojos. -¿O te tiraron?- ¿cómo lo había sabido?
-¿Por qué dices eso?- pregunté.
-Porque esa perra envidiosa que intentó ligarme, se nota a millas de distancia que te detesta.- sí que Matt era inteligente y observador.
-Sí, tú ganas... Shanon me tiró.- solté el aire.
-Desgraciada... iré a decirle al director...- abrió la puerta del auto, enfurecido.
-No, no, Matt...- tomé su mano y la sostuve para evitar que se fuera.
-¿Qué?- preguntó confundido.
-Déjalo ya, estoy harta de que mi padre crea que soy una amenaza.- respondí.
-Pero esa estúpida es la amenaza no tú.- argumentó.
-Sí, pero si yo digo algo de lo que pasó recibirá una llamada de atención y si eso pasa, será peor, porque me odiará más y tratará de joderme la existencia hasta que yo sea la amenaza.- rodé los ojos. Matt soltó un suspiro y volvió a cerrar la puerta.
-Tal vez tengas razón, pero no me gusta que esa... te haya hecho esto y se salga con la suya.- tomó mi mano izquierda y dejó un delicado beso sobre ella.
-Olvida eso... estaré bien.- sonreí, logrando hacer que él hiciera lo mismo.
-Está bien, te llevaré a casa...- besó mi mejilla y encendió el auto. Cuando lo hizo, pude notar que su mirada se perdió al frente. Miré directo al mismo punto que él estaba mirando, que era la esquina de la cuadra, pero no había nada ahí.
-¿Pasa algo?- pregunté confundida.
-No, nada linda... vámonos...- respondió y arrancó.

Durante todo el corto trayecto, Matt se comportó de una manera muy extraña. Incluso podía jurar que estaba algo nervioso.

Matt:

Cuando por fin llegué con Courtney a su casa, suspiré por lo bajo, un poco más aliviado.

-¿Estás bien?- preguntó Courtney mirándome fijamente.
-Sí, bonita...- la coloqué en su cama con extremo cuidado. -Creo que hubiera sido ideal que te llevara con un médico.- hice una mueca de preocupación.
-No, no, estaré bien. Sólo debo descansar.- respondió.
-Pero te duele y necesitas algo para el dolor...- acaricié su rostro con mi dedo pulgar.
-Sí, tal vez. Dudo que haya algo en mi botiquín que pueda servir.- rió nerviosa.
-Déjame ir a comprarte algo a la farmacia. Las peleas callejeras me dieron muchísimos esguinces.- expliqué. -Tal vez pueda encontrarte algo que te ayude, linda.- Courtney se quedó mirando a la nada por unos segundos.
-Pero no quisiera molestarte, ya hiciste suficiente con traerme a mi casa...- dijo apenada.
-Courtney, eres mi novia es lo que debo hacer. Y tenlo por seguro, que aunque no lo fuera, aún así haría cualquier cosa por ti.- pegué mi frente con la suya.
-Está bien...- sonrió tímidamente.
-Bien, ¿eres alérgica a algo?- pregunté separándome un poco de ella, para verla mejor.
-Nop.- respondió con una adorable vocecita.
-Ok... ya regreso...- besé sus labios y salí de la casa decidido a ir al supermercado en el que solía trabajar, para buscar un medicamento para Courtney.
Estando en la farmacia del lugar, pedí unos desinflamantes y un gel para el dolor. Había estado tratando de evadir que estaba seguro de que alguien me estaba siguiendo, pero cuando salí nuevamente a la calle, no pude seguir pasando por alto este hecho. Y más cuando supe quién era el maldito entrometido de mierda. Cuando crucé el estacionamiento del supermercado, me detuve en seco y apreté los puños, ya que la presencia de mi observador me hacía recordar demasiadas cosas de mi pasado.
-¿Acaso no te enseñó tu madre que no es cortés espiar... Bain?- pregunté conteniendo mi rabia.
-No, creí que recordarías que al igual que la tuya, mi madre era una perra bastarda.- respondió saliendo de detrás del tronco de un árbol.
-¿Así que tú has sido el molesto hijo de puta que me envía mensajes y me sigue a todos lados, cierto?- pregunté molesto.
-Encontrarte no fue difícil. Sigues frecuentando los mismos lugares desde hace años, Matthew... o debería de decirte Shadows...- sacó un cigarrillo y lo encendió.
-¿Qué quieres de mí?- miré con mayor detenimiento que su estilo para vestir, seguía siendo prácticamente el mismo. Lo único que cambiaba era su edad, que ya comezaba a notarse de manera considerable.
-He estado observándote muy de cerca y puedo ver que has estado con alguien.- no respondí aquél comentario, ya que a mi mente se me vino a la cabeza la idea de que sería imposible que Courtney saliera sola a partir de ahora. -Pero lo que me hace no poder dormir bien es el hecho de que... esa chica no esté muerta aún.- dijo sarcástico. Seguía congelado, sin poder esbozar ni una sola palabra. Y ni siquiera poder formularla en mi cabeza. -¿Acaso Satanás reencarnó el espíritu de Camila en otra perra?- preguntó con una burlesca risita. Sentí como si me hubieran dado una patada en las bolas.
-¡Cierra la puta boca!... no vuelvas a comparar a Courtney con ella...- dije con rabia, señalándolo con mi dedo índice de manera amenazante.
-Hahahaha vaya, vaya, así que después de todo Montgomery no exageraba con lo que me contó.- se cruzó de brazos.
-¿Qué coño te ha dicho ese pedazo de mierda?- me aproximé amenazante, pero por desgracia a Dallas jamás le había provocado ningún temor, debido a que me conocía desde que yo era un estúpido niño ingenuo.
-Me dijo que estabas enamorado de una víctima tuya. Y a propósito de eso, debo decir que esa chica está más que jodidamente buena...- dijo con toda la intención de provocarme.
-No te atrevas ni siquiera a pensar en tocarla, porque así como se lo dije al imbécil bastardo de Montgomery, te lo digo a ti... le haces algo a Courtney y te mato...- amenacé poniéndome cara a cara con él.
-Sí, sabía que lo dirías... pero a diferencia de Monty... yo te conozco todas y cada una de las mierdas que hiciste. Y tú sabes muy bien que tienes el triple de cola que te pisen. No te confundas... Shadows...- sonrió de lado, dio media vuelta y se alejó con toda la calma del mundo.

Apreté mis labios tratando de no llorar, pero me estaba siendo imposible. Dallas sólo me hacía revivir todos y cada uno de mis miedos más profundos. Sus marrones y dilatados ojos de heroinómano me hacían recordar el momento exacto en el que con ellos mismos me miraba mofándose, por no poder defenderme de Camila. Ese desagradable olor a tabaco y a hierba, me hacían revivir el momento en el que dijo que ella debía recibir su merecido. Y su ronca voz, me hacía escuchar sonoramente en mi cabeza la frase: "¿Acaso probar el sexo anal te hizo marica?... ¡deja de llorar y vamos a sacar estos cuerpos de aquí!".

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora