Picnic

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Después de guardar todo lo necesario en la cajuela, subimos y fuimos directamente a Cannon Beach. El día estaba precioso, la temperatura perfecta y el agua fresca y cristalina. Mientras mi padre y Miros sacaban la comida, Matt, Zacky, Milly y yo jugábamos con pequeñas pistolas de agua, a la orilla del mar.

-¡Espero que les guste tragar agua salada, chicos!- gritó Zacky atacandónos a Matt y a mí, aprovechando que nos habíamos quedado sin agua.
-¡Eso es trampa, no hemos recargado!- dijo Matt apretando los ojos, al tiempo que yo me ocultaba tras su espalda.
-¡Qué lástima!- rió Milly, quién se encontraba montada en la espalda de Zacky.
-¡En verdad la estamos tragando!- tosí.
-¡Sí, qué puto asco, aquí la gente se orina!- se quejó Matt.
-¡No seas nena!- rió Zacky. Con ayuda de ambas manos, levanté una ola de agua hacia ellos.
-¡Oigan! ¡Eso es trampa!- gritó Zacky.
-¡Qué lástima!- cité las mismas palabras que Milly y seguí, esta vez con ayuda de Matt.
-¡Hey, chicos, la comida está lista!- gritó mi papá.
-¡Ya vamos!- respondí, no sin antes atacar una última vez a nuestros contrincantes.
-¡Aaahhh!- Zacky perdió el equilibrio y cayó al suelo con todo y su novia. Matt rió divertido y levantó ambas manos para chocarlas contra las mías.
-¡Nos las van a pagar!- dijo Milly.
-¡Corre!- Matt me tomó de la mano y entre risas regresamos a donde el picnic estaba listo. Una pequeña tabla de madera, con cojines alrededor, una gran sombrilla cubriendo el lugar y por supuesto, toda la comida acomodada perfectamente. Digna de algo que organizaría mi padre.
-Hija, por favor, sécate, no quiero que mojes mis cojines.- dijo mi padre mientras acomodaba algunos cubiertos.
-¡Agh, qué delicado!- rodé los ojos y tomé mi toalla de baño.
-Wow... debería ponerlo en un museo, señor...- dijo Matt asombrado.
-Oh, no es nada... Estoy acostumbrado a hacer las cosas de esta forma.- se encogió de hombros.
-¿Y Zachary y Milly?- preguntó Miros.
-Ah, ya vendrán.- dije mientras los veía a lo lejos, levantarse de la arena, notoriamente adoloridos y mucho más empapados que nosotros.
-Oye, bonita...- me llamó Matt. Al volverme, lo vi con el celular en la mano a la altura de su rostro, aproximándose hacia mí.
-¿Qué haces?- pregunté confundida.
-No, no, no, sigue con lo que hacías...- dijo en cuanto vio que dejé de secar mi cuerpo.
-¿Me estás grabando?- reí.
-Es que te ves tan hermosa...- sonrió de lado.
-Debería de grabar lo sexy que es usted, joven Sanders...- le arrebaté el celular.
-No, no, espera...- empecé a grabarlo con su propio móvil.
-Uff... ¡qué ardiente!- me mordí el labio y reí divertida.
-Courtney...- me llamó mi padre, reflejando en su rostro que apenas si podía con sus celos.
-Ay, sí, sí, ya vamos...- dije entre risas y le devolví el teléfono a Matt.
-Te amo, linda.- besó mis labios corta y apasionadamente.
-Y yo más a ti...- acaricié su mejilla.
-Oigan, se han pasado.- Zacky colocó la mano en su espalda baja y Milly se sacudía la arena del cuerpo.
-Ustedes empezaron.- me encogí de hombros.
-Bueno, niños, dejen ya de jugar y vamos a brindar...- dijo Miros poniendo fin a la conversación.

Matt:

-¿Brindar, abuela?- puse los ojos en blanco cuando todos estuvimos sentados.
-Claro, ¿sino por qué traje esto?- el padre de Courtney sacó de una canasta una botella de Champán.
-¿De dónde sacaron eso?- pregunté asombrado.
-El necio de Edward insistió. Yo quería comprar vino.- dijo Miros.
-Oiga, Miros, un buen brindis se hace con Champán. No vino, no sidra, y no cerveza ni esas guarradas.- sólo reí divertido.
-Típico de mi padre el gran chef.- dijo Courtney rodando los ojos.
-Ya me conoces...- destapó la botella y comenzó a servir. -Además esta les va a gustar. Es una "Moët Chandon Rosé".- entrecerré los ojos tratando de recordar haber escuchado eso antes. Pero en definitiva era demasiado fino para mí.
-Pues... lo mío es la cerveza oscura.- dijo Zacky observando su copa. Milly le dio un codazo en el brazo y yo reí por lo bajo.
-Ya es hora de que empiecen a aprender, caballeros.- dijo el señor Anderson seriamente.
-De acuerdo.- sonrió Zacky, conforme.
-Esperen un minuto, no es necesario que brindemos. Aún no es mi cumpleaños.- reí nervioso.
-Ya conversamos eso, cariño, es por tu cumpleaños adelantado.- dijo Miros.
-Es que... no estoy acostumbrado a celebrar un cumpleaños mío.- pasé los dedos por mi cabello. -¿No podríamos hacer como si esto no fuera más que una bella reunión familiar y de amigos?- pregunté con una inocente sonrisa.
-¡Vamos, viejo, no seas tan amargado!- dijo Zacky.
-Bien, entonces celebramos que has cumplido un mes yendo a terapia. Estoy muy orgullosa de ti, mi niño...- Miros besó mi mejilla.
-¿Ah sí?- preguntó el señor Anderson con el entrecejo fruncido, con una gran intriga en la mirada. Por un momento razoné que él era el único en esta reunión que no sabía la basura que yo solía ser. Miros dio un golpe en su pierna con su servilleta de tela. -¡Agh!... sí, lo siento, mal momento...- dijo adolorido.
-No estoy seguro de que celebrar eso sea buena ide...- Courtney me interrumpió.
-¡Tiene razón, es todo un orgullo para mí, cielo!- dijo emocionada.
-¡Claro que es buena idea, viejo!- añadió Zacky.
-¡Es un gran paso!- agregó Milly al final.
-Está bien...- reí y levanté mi copa.
-Por mi nieto querido, que ahora más que nunca, me enorgullece a cada día...- anunció Miros en voz alta. No pude evitar sonreír de oreja a oreja con aquellas palabras.
-¡Salud!- dijimos al unísono. El padre de Courtney tenía razón, el Champán estaba delicioso, al igual que toda la comida preparada previamente. Después de comer, Zacky puso un poco de música y comenzamos a bailar. Incluso nadamos un poco más en el mar, hasta que el atardecer llegó. Guardamos todo y nos marchamos.
-¿Oigan por qué paramos aquí?- pregunté cuando Zacky detuvo la camioneta enfrente de una plaza comercial.
-No es mi plan, viejo.- se encogió de hombros.
-Ya conoces mi clave, tú y Courtney vayan y juegen todos los videojuegos que quieran...- Miros me pasó su tarjeta de crédito.
-Miros, pero yo...- no me dejó acabar la oración.
-Pero nada. Vayan y diviértanse.- ordenó. Courtney me sonrió y se encogió de hombros.
-Gracias, abuela.- besé su mejilla.
-Courtney, pórtate bien...- advirtió su padre.
-Descuide, señor, la cuidaré bien.- dije tratando de calmarlo.
-Sí...- suspiró. -Tú y yo tenemos una charla pendiente.- supuse inmediatamente a qué se refería.
-Resolveré todas sus dudas, señor, no se preocupe.- sonreí nervioso.
-Bien, diviértanse entonces.- dijo conforme.
-¡Adiós, chicos!- se despidió Milly.
-¡Adiós, cumpleañero!...- dijo Zacky burlón.
-Me la vas a pagar.- reí. Zacky estalló en risas y arrancó la camioneta.

Courtney y yo entramos a la plaza y como era el plan, acudimos directamente al área de videojuegos. Jugamos en todos los arcades que pudimos, incluso en uno de baile, mismo en el que Courtney me hizo pedazos. La noche cayó y yo empezaba a sentirme algo cansado.
-¿Estás cansada?- le pregunté mientras ella, recostada en una banca era acunada por mis brazos. Ella me sonrió y asintió con la cabeza.
-¿Quieres que te lleve a tu casa?- pregunté.
-No, mi padre ya debe estar dormido y olvidé mis llaves. ¿Puedo quedarme contigo?- hizo un puchero.
-Claro que sí, amor.- besé sus labios y caminamos de regreso a mi departamento. Mismo que estaba a unas cuadras de ahí.

-Ten, esta camiseta te servirá.- dije volviéndome hacia ella.
-Ah, claro, sí, servirá...- dijo con una sonrisa nerviosa.
-¿Qué tienes ahí, preciosa?- pregunté al ver que ocultaba algo detrás de su espalda.
-Nada, gracias, bebé...- me arrebató la camiseta y corrió al baño.
-Ahm...- antes de poder reaccionar, ella ya se había encerrado. -Ok...- reí y comencé a acomodar la ropa de cama. -Sabes, linda, creo que no era necesario meterte ahí. No hay nada que no haya visto con anterioridad.- sonreí de lado.
-Hay mujeres que hacen otras cosas antes de dormir, que sólo cambiarse, Matthew.- en ese momento, sin querer tiré el bolso de Courtney al piso. Enseguida lo levanté y volví a meter sus cosas en él.
-¿Como cuáles, amor?- entre brillos labiales, un espejo compacto y tampones, encontré las llaves de su casa.
-Como esta...- me volví hacia ella y la encontré con un conjunto de lencería color negro. En extremo atrevido, pero dejando bastante a la imaginación. Sin olvidar apreciar la provocativa pose que había adoptado. Con una mano en la cintura y su hombro izquierdo ligeramente recargado sobre el marco de la puerta del baño. Mi cansancio se fue tan lejos de aquí en cuanto mis ojos presenciaron semejante imagen. Incluso puedo jurar que sentía que babeaba.
-¿Así que me engañaste, eh linda?- dije sosteniendo sus llaves entre mis dedos.
-Se podría decir que una pequeña mentira piadosa.- rió traviesa.
-Hmm... en ningún momento vi esto en tu guardarropa.- coloqué mis manos en su cintura y la miré descaradamente de arriba a abajo. Analizando minuciosamente cada parte de su piel con esa sexy prenda.
-Porque no estaba. La acabo de adquirir. Bah... Miros me la consiguió.- rió.
-¿¡Miros!?- cuestioné sorprendido sin dejar de hacer lo que hacía. Ahora alternando con suaves caricias.
-Ajaa...- sonrió coqueta.
-Joder, debió ahorrarse lo demás, que con este regalo era suficiente...- Courtney solto una carcajada.
-¿Ya no estás cansado, cielo?- preguntó juguetona.
-¿Qué es "cansado"?- ella rió divertida por última vez, antes de que comenzara a besar fervientemente sus carnosos labios.
Courtney bajó mi bragueta y comenzó a retroceder, intentando separarse de mis labios. Lo que me hizo tener la necesidad de seguirla besando de forma más ansiosa.

-Espera...- susurró entre besos.
-No, no me digas que espere ahora...- antes de que mis labios regresaran a los suyos, ella posó sus dedos en mi boca.
-Sólo quiero empezar a besar otra cosa...- apretó mi miembro con su mano derecha, provocando que soltara un gruñido. Con la respiración irregular tomé una almohada, la coloqué en el suelo justo enfrente de mí, y me saqué la camiseta ya que no podía con el calor que mi cuerpo comenzaba a emanar. Courtney sonrió coqueta, se acomodó de rodillas sobre la almohada y liberó mi erección sin bajar mis pantalones.

-Mierda...- dije excitado para mí mismo cuando empezó. Un cosquilleo me invadía cada que su lengua rozaba la parte más sensible. Sus ojos color azul mirándome de vez en cuando y sus sensuales gemidos entre el acto, me estaban volviendo loco. ¿Cuánto tiempo duraría de esta forma?, ¿Courtney pararía en algún momento? No quería que lo hiciera, pero maldición, si no lo hacía no duraría nada cuando empecemos. Saqué mi miembro de su boca, tomé sus muñecas y la hice levantarse rápidamente, introduje mis dedos en su entrepierna y gracias a la humedad en ella, supe lo mucho que disfrutaba de hacerme disfrutar a mí. Sin dejar de besarla, la cargué entré mis brazos y puse su espalda contra el espejo de cuerpo completo.
-¿Qué haces?, ¿no es mejor en la cama?- preguntó con una risita mientras se aferraba con piernas y brazos a mi cuerpo, como un koala.
-¿Cama?...- pregunté entre jadeos, al tiempo que hacía a un lado el encaje de sus bragas. -¿Le pides usar la cama a la bestia que has despertado en mí, linda?- la penetré rápidamente haciendo que soltara un grito.
-¡Dios!- gimió cuando dejé al descubierto sus pechos para poder estimularlos con mi boca. Mis embestidas eran tan salvajes y tener su excitado rostro tan cerca del mío me hacía perder más el control. Así como la maravillosa vista del rebote de sus senos, gracias al vaivén de mis movimientos. Caminé con ella en brazos hasta el mueble de mi habitación, donde tiramos todas las cosas que nos estorbaban y ahí continué.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora