Gran logro

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-¿Qué pasó, hermano?-
-Hermano, no pude detener a Dallas. El bastardo ya no vive aquí.-
-¿Cómo que ya no vive ahí?-
-Matt, eso me han dicho. Me dijeron que se mudó hace poco.-
-¡Maldito sea!-
-Tranquilo, lo encontraré, hermano.-
-¿Necesitas ayuda?-
-No, no te preocupes. Yo te notificaré en cuanto tenga noticias.-
-Está bien... Gracias, hermano...-
-No hay de qué... cuídate y concéntrate en ese examen tuyo.-
-Eso haré... nos vemos luego...- colgué.

~

Había llegado el día, y yo no podía con los nervios. Mis manos temblaban, mis rodillas rebotaban sobre las puntas de mis pies, una y otra vez, y mi mirada iba y venía de un lado a otro.

-Mejor vámonos...- le susurré a Courtney, quién se encontraba sentada a mí lado. Ella me miró con el entrecejo fruncido. -El próximo año será...- dije con una sonrisa nerviosa.
-¿De qué estás hablando? Ya casi es hora...- miró la hora en su teléfono.
-Ese es el problema...- mis ojos se volvieron un par de platos.
-Amor, te va a ir bien, sólo estás nervioso.- acarició mi brazo derecho.
-Es que... no sé... tal vez necesito más tiempo para estudiar...- froté las palmas de mis manos contra mis muslos.
-Bueno, si es así, entonces volverás a hacer el examen para el siguiente año. Pero ya estás aquí...- un hombre de edad avanzada y baja estatura salió por aquella puerta.
-Los que vienen a hacer examen formen una fila y pasen por acá, por favor...- dijo amablemente.
-Oh mierda...- dije para mí mismo.
-Yo confío en ti, cielo... estaré aquí afuera cuando acabes.- rodeó con ambos brazos mi nuca.
-Está bien...- la fila se hacía cada vez más larga y yo estaba helado. Courtney dio un beso en mi mejilla, mismo que me hizo reaccionar y tomar el valor que necesitaba en esos momentos. Le regalé una tierna sonrisa, di un corto beso en sus labios y me incorporé a la fila.

Los salones eran enormes, y ya estaban empezando a ser llenados. Joder, por un momento había olvidado lo que se sentía estar en una escuela. Me causaba náuseas.

-Matthew Charles Sanders...- el hombre me llamó.
-Aquí...- tragué saliva.
-En el 34, por favor...- enseguida caminé hasta el pupitre número 34 y me acomodé. ¿Por qué todos me miraban? Coloqué la goma de mi lápiz entre mis dientes y fingí no darme cuenta de sus miradas. Me tranquilicé al percatrame de que realmente ningún tipo me miraba, sino una gran cantidad de chicas. Los nervios me habían hecho olvidar lo común que era eso par mí.

Cuando el salón estuvo lleno, el examen empezó. Dios, estaba muy ansioso, pero a pesar de ello logré acordarme de casi todos los temas en la prueba. Cuando el martirio acabó, invité a Courtney a desayunar en un restaurante cercano.

-Joder, creí que vomitaría...- dije entre risas.
-Estabas muerto de miedo, te veías tan lindo.- rió conmigo.
-Tenía muchísimo que no entraba a un lugar así, bonita, y menos a hacer una prueba tan importante.- inhalé y exhalé profundamente.
-Pero lo lograste, amor, y por lo que me dijiste... ¡te fue súper bien!- dijo emocionada.
-Eso espero... Será muy vergonzoso para mí que debas acompañarme de nuevo el próximo año, porque no aprobé.- dije apenado, con la boca llena de hot cakes.
-No digas eso. Si no apruebas, yo te acompañaré el siguiente año con mucho gusto. No tienes por qué sentirte avergonzado.- cogió mi mano derecha entre las suyas.
-No puedo creer que tenga a la mujer perfecta como novia...- le di un apasionado beso.

~

-¡Ya llegamos, papi!- dijo Courtney al entrar.
-¡Vaya, ya están aquí!...- se acercó a nosotros.
-Hola, señor Anderson.- saludé.
-Hola, hijo... ¿cómo te ha ido con ese examen?- arqueó una ceja y me miró con seriedad. Courtney se puso a mi lado, y rodeó con los brazos mi brazo sin dejar de mirarme con orgullo.
-Bien...- una sonrisa se dibujó en el rostro de su padre. -Muy bien, señor...- agregué.
-Te felicito, hijo... estoy seguro de que quedarás.- dio una amistosa palmada en mi espalda.
-Gracias, señor...- le di un apretón de manos.
-Necesito preguntar algo...- volvió a ponerse serio.
-Lo que quiera, señor...- respondí.
-¿Te sientes bien en este momento?- me observó detenidamente.
-Sí, quiero decir... han sido días difíciles, pero estoy bien ahora, señor.- suspiré.
-Porque quisiera hablar contigo...- miró a Courtney. -A solas...- ella resopló.
-Pfff... bien...- puso los ojos en blanco y caminó hacia las escaleras.
-Gracias, cariño.- sonrió. -Y nada de espiar, quiero escuchar tu puerta cerrarse...- ordenó.
-¡Agh, qué amargado!- dijo haciendo un pequeño y adorable berrinche.
-Sí, sí, sí, sí...- él señor Anderson guardó silencio hasta que la puerta se cerró.
-¿Quieres café?- preguntó.
-Ahm... sólo agua, por favor...- respondí.
-Bien, vamos a la cocina...- una vez sentados, con un vaso de agua y una taza de café, el padre de Courtney, empezó. -Quería hablar contigo desde mucho antes, pero sabía que no estabas bien, así que decidí esperar hasta que fuera un buen momento. Estoy casi seguro de que no lo recuerdas, y no te culpo...- al parecer sí lo recordaba. Lo más probable era que todo esto iba hacia el tema de mis terapias, y la razón de ellas.
-Usted diga...- me encogí de hombros.
-Miros... mencionó en tu fiesta, que celebrábamos el hecho de que habías cumplido un mes de acudir a terapia...- abrió bien los ojos, era mi momento de hablar.
-Así es...- respondí brevemente.
-¿Puedo saber por qué?, ¿y por qué yo era el único que al parecer no estaba enterado?- mierda, el padre de Courtney no podía saberlo, no podía saber lo que yo era en el pasado, si él se enteraba, mi relación con Courtney estaría pérdida.
-Ehm... pues... yo... Son asuntos muy personales, señor, y le pido una disculpa por no haberle dicho antes... Usted tiene todo el derecho de saberlo, así como su hija.- tomé aire y empecé.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora