¿Eres la muerte o el paraíso?

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-Cuando recién cumplí los trece años conocí a una chica de unos 18 años... su nombre era Camila Porter. La conocí porque estaba en un callejón cercano a la casa de mi abuela, siendo atacada por un montón de malandros a los que les debía dinero. Yo... decidí defenderla y por supuesto que me dieron una paliza. Ella me llevó al hospital y desde ahí comenzamos a conocernos. Tal vez... vi a mi madre en ella y por eso desarrollé una especie de apego emocional. La primera vez que tuve sexo fue con esa mujer. Y realmente fue como al mes de conocernos.- abrí los ojos como platos impactada por la tempranísima edad de Matt para empezar su vida sexual y por haberlo hecho con una mayor de edad. -Pero bueno... yo me sentía muy solo, mi abuela me trataba con mucha indiferencia, porque estuvo por muchos años enfadada con mi madre por dejarme con ella. Sentía que sólo era una carga y de alguna manera esa chica me hacía sentirme amado. Aunque sé que ella nunca sintió amor por mí. Ella... era drogadicta y alcohólica. Me drogué muchas veces, no porque quisiera realmente, sino porque ella me decía que lo hiciera. Me decía que yo era su novio, pero la encontré más de una decena de veces con otros hombres. Yo sólo era un niño no sabía lo que hacía y creía todo lo que decía, o aceptaba el daño que me hacía, con tal de no sentir su ausencia.- estaba empezando a sentir muchísima pena por él. -A Camila... le gustaba que yo...- masajeó su nuca de manera ansiosa.
-Está bien...- susurré dándole la confianza que necesitaba para continuar.
-A ella le gustaba maltratarme en la cama... le excitaba... golpearme, cortar mi pecho con botellas rotas...- ahora entendía las cicatrices en su pecho. -Morderme hasta sangrar, pellizcarme, rasguñarme... muchas veces terminé llorando.- mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas. -Pero eso ella lo disfrutaba. Traté de hablar con ella muchas veces, insistía en que necesitaba ayuda psicológica pero ella nunca hizo caso. Hasta que un día me dijo que quería cambiar, pero no tenía el dinero suficiente como para recibir la ayuda que necesitaba. Fue entonces cuando yo le robé una gran cantidad de dinero a mi abuela, sólo para ella... y sí, me engañó, sólo lo quería para drogas...- sólo negué con la cabeza. -El tipo que le vendía, se llamaba Dallas y llegué a hacer una amistad con él. Él decía que era una perra bastarda conmigo y que no entendería hasta que le diera su merecido. Claro que nunca tuve el valor de hacerle nada hasta que...- la ansiedad se apoderaba cada vez más de él.
-¿Hasta que qué?- pregunté con las manos sudorosas.
-Hasta que... yo cumplí 15 años. Ella me llamó en la noche para que fuera a su casa, para... tú sabes qué... y cuando llegué...- sus ojos se volvieron cristalinos y su quijada se tensó tanto que podía ver una vena marcarse en su cuello. -Ella me estaba esperando con un tipo que estaba borracho... no sabía cuál era su nombre, pero sabía que era uno de sus amantes, tendría unos 26 máximo. Camila me dijo que quería probar... algo nuevo... y no era un trío.- su cuerpo comenzó a temblar. -Yo... yo no quería hacerlo e intenté huír, pero...- estalló en llanto y mi corazón se rompió en mil pedazos. -El tipo me... me golpeó en la cara, me quitó la ropa... me puso boca abajo en el suelo y... se bajó los pantalones y...- sollozaba incontrolable y yo empecé a llorar de la rabia. -Me penetró una y otra vez...- nada en mi vida me había roto más que este momento. Matt contando esa experiencia tan horrible, su cara llena de lágrimas, su cuerpo temblando, su voz rota, el dolor en cada palabra que salía de su boca... Dios, mío, ¿cómo pudieron ser tan crueles? -Y yo comencé a sangrar mucho y... después Camila me obligó a tener sexo con ella y...- su tono tan sofisticado de hablar había cambiado al de un niño. Un pequeño niño que no había sanado sus heridas desde hacía años. -Fue cuando recordé lo que Dallas me dijo, así que... tomé unas tijeras y la apuñalé cerca de unas 30 veces... o más, justo cuando estaba por terminar...- cubrí con ambas manos mi boca, sin poder soportar más el llanto. -Y cuando supe que ella se había ido... fui y rajé la graganta de su amante, que se encontraba dormido... nadie supo nada de lo que me pasó, ni nada de lo que hice, más que Dallas...- explicó. -Él me ayudó a deshacerme de los cuerpos...- tomó una gran bocanada de aire. -Llevo años guardando esto dentro de mi, Courtney. Con nadie hablé... nadie me ayudó... nadie me consoló y matar fue la única forma que encontré de sentirme poderoso.- concluyó.
-Oh por Dios, Matt...- dije entre lágrimas. ¿Qué podía decir ahora? -No sabes cuanto lamento lo que te pasó... tú no merecías nada de eso, tú...- el llanto no me dejó continuar. Sólo pude aproximarme y abrazarlo. Él me tomó con fuerza y se deslizó hasta el piso, sin dejar de llorar ruidosamente. Sostenido sobre sus rodillas sollozaba con la cara hundida en mi abdomen, mientras yo lo sostenía con firmeza. Como si quisiera aliviar todo su dolor, fundiéndonos el uno con el otro, o como si con el contacto físico intentara que todas sus penas se me pasaran a mí. Claro que me habría encantado tener el poder de hacer eso, sólo para no tener que soportar verlo de esa manera. Pero su dolor era tan intenso, que podía sentir al menos una mínima parte de él, al sentir sus lágrimas empapar mi uniforme. -Lo siento, lo siento muchísimo...- dije en medio del llanto.

Después de que Matt logró calmarse, al igual que yo. Preparé un poco de chocolate caliente, lo serví en dos tazas y le llevé una a Matt, quién aguardaba sentado en el sofá de la sala.

-Ten...- le di la taza.
-Gracias...- limpió por última vez su irritada nariz con un pañuelo desechable y dio un trago a su chocolate.
-¿Qué pasó con Dallas?- pregunté.
-Él se fue a vivir a Seattle, no he sabido de él en mucho tiempo. Pero antes de eso yo empecé a alejarme de él, porque me estaba volviendo muy adicto a toda la mierda que me vendía. Mi abuela se enteró de todas las cosas que Camila alguna vez me hizo... excepto la última y decidió llevarme a un centro de rehabilitación para adictos, ahí me desintoxiqué y dejé las drogas para siempre... nunca fueron lo mío, en realidad- explicó.
-¿Y qué hay de Montgomery?- pregunté.
-Mongomery se dedicó al tráfico de drogas desde sus 17 años. Dallas lo metió en el negocio y de vez en cuando yo le conseguía clientes.- aclaró.
-Ahora entiendo todo...- suspiré.
-Yo... yo entendería si después de saber que soy un loco enfermo, no quieres volver a verme...- dijo apenado.
-No, no...- tomé su rostro entre mis manos. -Matt... tienes que ir con alguien que te ayude...- Matt enseguida comenzó a negar con la cabeza. -La necesitas, necesitas ayuda. No puedes superar esto solo y yo no soy una profesional para ayudarte.
-Se me hace imposible hablar de esto. Nunca lo había hecho antes. Te lo conté porque merecías saber la verdad.- sus verdes ojos se llenaron de lágrimas otra vez.
-Sí y también me dijiste que lo hacías porque si no te volverías loco. Matt, es necesario que saques todo eso que te pasó con alguien que pueda hacerte ver las cosas de una manera diferente.- acaricié su rostro tratando de que se relajara.
-Es tarde... ya nadie puede ayudarme, Courtney, soy un maldito monstruo.- sollozó.
-No, nunca es tarde para empezar de nuevo. Si no enfrentas esto, no podrás superarlo jamás. Y seguirás asesinando a inocentes.- aseguré. -Sé que puedes hacerlo...- Matt puso ambas cubriendo su rostro.
-Claro que no, soy un maldito cobarde.- sollozó.
-No lo eres. Matt... entiende... has llevado esta carga encima por años. Por años no le dijiste a nadie de esto y aún así aprendiste a vivir con ello.- apreté las manos de su rostro.
-¿Y de qué sirve? Si sólo he aprovechado mi asquerosa vida a cubrir mis heridas de la manera más vil y cruel.- debo admitir que tenía razón. La situación de Matt era realmente difícil.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora