Sentada en la sala de espera de la dirección, aguardaba paciente a ser atendida una vez más por la consejera escolar. El policía encargado de custodiar la entrada de la escuela tenía su mirada puesta sobre mí y sabía que eso no cambiaría hasta que pusiera un pie fuera de este maldito lugar. Pero honestamente, no podía importarme menos. En realidad, nada de lo que estaba pasando ahora me importaba en lo absoluto. Desparramada en la silla, mascaba goma de mascar, impaciente por llegar a mi habitación, tirarme en mi cama y olvidarme de esta mierda de existencia. Pero todavía tenía que aguantar los inservibles consejos de la señorita Campbell, los sermones del director Howard y por supuesto los de mi padre, que ahora mismo se encontraba camino para acá.
¾Courtney, pasa por favor. ¾ La señorita Campbell, consejera de la escuela, me llamó al salir de su oficina.
Rodé los ojos, me puse de pie y entré a la oficina en donde el director ya me esperaba ahí con un colérico gesto.
¾Por favor, siéntate ¾dijo amablemente la señorita Campbell.
Me senté en una de las sillas y me crucé de brazos, mirando a ambos con desdén.
¾Disculpe la tardanza, señor Howard. Estaba atascado en el tráfico, pero vine en cuanto me llamó ¾dijo mi padre ingresando a la oficina.
¾Descuide, señor Anderson, todos estábamos ocupados, pero una vez más su hija es la culpable de todo ¾refunfuñó el director, haciendo así, que de mí nacieran unas insaciables ganas de escupir en su rostro.
¾Por el amor de Dios, ¿ahora qué has hecho, Courtney? ¾cuestionó mi padre, mirándome con desaprobación.
¾Arrojó a una de sus compañeras de una patada al cristal de la cafetería y se abrió la cabeza ¾ respondió el director.
¾¿¡Qué hiciste qué!?¾vociferó mi padre enfurecido.¾Ella estaba molestándome ¾dije en mi defensa.
¾¿Qué fue lo que Kelly te hizo, Courtney? ¾preguntó la señorita Campbell, con esa paciencia que siempre la caracterizaba.¾Me había estado provocando desde clases. Se burló de mí durante toda mi exposición y después llegó y derramó café en mi cuaderno de dibujo ¾expliqué.
¾¿¡Por un cuaderno haces semejante bullicio!? ¾preguntó mi padre.
¾¡Pues no iba a dejar que me siguiera tratando como su estúpida! ¾dije en su mismo tono de voz.¾Kelly me dijo que había sido sólo un accidente ¾añadió la señorita Campbell.
¾¡No es verdad! ¡Kelly es una perra hipócrita, lo hizo con toda la intención! ¾aseguré.¾¡Courtney tu lenguaje! ¾riñó mi padre, señalándome con su dedo índice.
¾No es así como debería de comportarse una señorita ¾dijo el director haciendo que yo bufara ruidosamente.¾Courtney, creí que ya habías cambiado un poco tu carácter. No puede ser que todo lo que he trabajado contigo no haya servido de nada después de todo ¾dijo la consejera decepcionada.
¾Tiene razón, tal vez debería de buscar otro empleo en el que sí haga bien las cosas, señorita, Campbell¾dije con una sonrisa sarcástica.
¾¡Courtney! ¾clamó mi padre.Levanté ambos brazos en un gesto de: "Ya no hablaré más, porque yo quiero. No porque tú me lo digas".
¾Señor Anderson, ya he perdido la paciencia con su hija. En este momento ella está oficialmente expulsada de mi colegio ¾ anunció el director Howard.
¾¿¡Qué!? ¡No puede hacer eso! Mi hija necesita terminar la preparatoria y he pagado cada destrozo queha provocado ¾dijo mi padre con los ojos desorbitados.
¾Lo lamento mucho, señor Anderson, pero han sido tres chicas que fueron a dar al hospital, cuatro ventanas rotas, una pelea entre el equipo de fútbol femenil, y ahora los destrozos en la cafetería. Todo provocado por su hija. No pienso seguir soportando más ¾argumentó el director.Me encogí de hombros y tomé mi mochila, preparándome para salir de ahí
¾Será lo mejor, señor Anderson, si no quiere que su hija reciba más demandas de parte de los padres de nuestras alumnas ¾concluyó el señor Howard.
¾Bien, me voy... Espero que se pudran todos ¾Levanté mi dedo medio en dirección hacia ellos y salí de la oficina.
¾¡Courtney, ven acá! ¾Mi padre me llamó, pero yo no me detendría.Caminé por toda la escuela hasta que salí a la calle, en donde encontré el auto de mi padre aparcado. Abrí la puerta del copiloto y me acomodé en el asiento. Mi padre salió pocos minutos después, con un sobre en la mano y con una notoria mirada de rabia. Subió al auto y azotó la puerta.
¾¿¡Qué carajos te pasa, niña!? ¾cuestionó entre gritos.
¾No me iba a poner de rodillas a suplicar que no me expulsaran. Esa escuela es una mierda, todos son unos incompetentes ¾dije mirando por ventanilla.
¾¡Entiende que el problema no son las malditas escuelas, Courtney, eres tú! ¾Golpeó el volante con la palma de su mano, furioso.
¾¡Da igual, puedo entrar a otra! ¾Puse los ojos en blanco.
¾¡Oh, sí, claro que vas a entrar a otra, pero no aquí! ¾Encendió el auto y arrancó.¾¿De qué hablas? ¾ pregunté confusa.
¾Nos iremos a Oregón, tomaré mí puesto en el restaurante Andina y tú vas a entrar a una nueva escuela con una mejor actitud, jovencita.
¾¡No me iré de Seattle! ¾refuté.
¾¡No es una petición, es una maldita orden! Nos iremos a Oregón y ahí iniciaremos una nueva vida. Será tú última oportunidad para poder cambiar o te enviaré a un internado militar en California ¾dijo sin quitar su mirada del frente.
¾¡No vas a alejarme de los únicos recuerdos que me quedan de mi madre! ¾Comencé a llorar llena de ira.
¾¡Por Dios, Courtney, ya basta! ¡Tu madre está muerta! ¡Se fue y no puedes hacer nada más que seguir con tu vida! ¡Creí que estaba harto de tu madre, pero estoy más harto de tu comportamiento después de su muerte!Sólo pude apretar los labios, escuchando sus palabras.
¾¿¡Y si no me soportas, por qué no me dejaste con mis abuelos!? ¾debatí después de pensarlo por algunos eternos segundos.
¾¡Porque soy tu padre aunque no me guste!Había tenido suficiente de la discusión. Por fortuna ya habíamos llegado a casa. Abrí la puerta del coche y salí.
¾Courtney, espera... ¾me llamó en un tono más pasivo, pero estaba por estallar en llanto. Cerré de un portazo, entré a la casa y me encerré en mi habitación a desahogar todo el coraje sobre mi almohada.
Mi padre tenía razón, mi actitud había cambiado drásticamente desde aquella noche en que mi madre murió. Aún podía revivirlo como si estuviera sucediendo en el presente. Las violentas llamas arrasando con todo a su paso, sus alaridos de dolor invadiendo mis oídos, mi impotencia, el olor de su piel quemada. Todo eso en conjunto había alterado mi forma de ser en lo absoluto. Solía ser alguien muy tranquila, solitaria, tímida, no me gustaba meterme en problemas, casi no decía malas palabras, respetaba a mis padres, a mis profesores y a cualquier adulto que me rodeara. Creo que lo único que sigo conservando de mi antigua yo, es mi soledad.
ESTÁS LEYENDO
I'm Your Crime
Fiksi Penggemar¿Alguna vez te has preguntado qué tan peligroso puede ser el amor?, ¿te has puesto a pensar en qué personalidad hay detrás de cada individuo que conoces?, ¿haz acaso imaginado en algún momento que eres cercana(o) a alguien peligroso?, ¿Y alguna vez...