"Él no te hará más daño..."

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Zacky:

-Ya fui a buscarlos al baño y no están ahí. Y no puedo creer que me hayas hecho irlos a buscar. Qué tal si los veía... haciendo cosas...- dijo asqueada. -Trauma de por vida.- colocó la mano derecha sobre su pecho.
-Maldita sea, no puedo creer que no pueda tener un momento a solas con él, sin que su novia intervenga.- dije molesto.
-Ya relájate, ¿quieres? Te dije que me sacaras a bailar y te relajaras, pero sólo estás pensando en eso.- se cruzó de brazos.
-No tengo tiempo para eso, debo trabajar.- rodé los ojos.
-¿¡Entonces por qué cojones viniste conmigo!? Te estoy ayudando, Zachary, pero no tienes por qué desquitarte conmigo sólo porque tu estúpida investigación no va como deseas.- Milly esta vez sí que estaba enfadada.
-No me desquito contigo.- dije en un tono más pasivo.
-¡Pues eso parece!... vine aquí a divertirme, no a trabajar de detective. Me voy...- tomó su bolso.
-Oye, oye, oye... tú no vas sola a ninguna parte...- la seguí. -Cariño, no te enfades... sólo déjame esperarme un poco más, quiero ver si aún puedo hablar con él.- imploré. Milly abrió la boca, indignada.
-Vete al diablo.- dijo, para después dar media vuelta y seguir caminando.
-No, no... ¿eso qué significa?- pregunté al borde de la depresión al sentir como si estuviera terminando conmigo.
-Pues, eso, que te vayas al diablo...- dijo sin siquiera volverse hacia mí.
-¿Por qué?- exclamé en voz alta.
-Porque desde que estás investigando a Matt, sólo puedes pensar en eso. Ya no puedo hablar contigo de nada más... ni siquiera de cómo me fue en el colegio. ¡Sólo te importa eso!- dijo entre lágrimas.
-Amor, claro que no, tú me importas mucho.- aseguré.
-Déjame en paz ya...- levantó la mano, haciendo que un taxi se detuviera. Para mi desgracia, el maldito coche, sí lo hizo.
-Amor...- la tomé de la mano, antes de que subiera.
-¡Suéltame!... ¿no entiendes que ya me quiero ir?- preguntó con lágrimas en los ojos.
-Milly, ¿esto quiere decir que ya no somos novios?- ¿en verdad quería saber la respuesta? Soy un idiota.
-¡Zacky no es posible que estemos juntos ahora, entiéndelo!- se soltó de mi agarre y subió al auto.
-No, no, no, no, Milly, no te vayas...- supliqué.
-Conduzca, por favor.- le pidió al chófer, una vez cerrada la puerta. El vehículo se alejó y yo sólo quería llorar de la impotencia. Milly tenía razón. No me había preocupado por su vida en lo absoluto en estos últimos días. Sólo había podido pensar en ese desgraciado asesino. Pero joder, yo de verdad la amo y no quiero esto.

Matt: Hola, viejo, siento haberlos dejado a ti y a Milly. No te preocupes por mí y por Courtney. Casi nos descubren, así que regresamos a su casa. Creo que pasaré la noche aquí. Un abrazo, hermano.

Casi arrojo el teléfono de la ira. Estaba enfadado con Matt, a pesar de que toda la culpa había sido mía. Le di demasiada importancia a esto en el momento menos indicado. Milly había estado muy emocionada con su baile de primavera y yo lo arruiné con mi jodida necesidad de seguir trabajando.

Courtney:

Recostada en mi cama boca abajo, justo como Matt me había dejado al terminar lo sucedido, estaba comenzando a espabilar. Pero había dormido tan bien, que me negaba rotundamente a abrir los ojos. Me removí entre las sábanas y resignada a ya no poder seguir durmiendo; abrí los ojos. Al hacerlo, supe que fue lo mejor que pude hacer. Justo a mi lado, Matt reposaba, acurrucado como un bebé, abrazando su almohada. Lucía tan inocente, que nadie creería que es así de bueno en la cama. Su respiración era lenta y profunda. Era algo así como mi sonido favorito. He ahí la causa de mi buen sueño.

Levanté mi mano derecha y lentamente acaricié su cabello con mis dedos. Al sentir mi tacto, abrió sus perfectos ojos verdes y una encantadora sonrisa se dibujó en su rostro.

-Hola, bonita...- susurró adormilado.
-Hola, cielo. Ya es de día.- dije sin dejar de entrelazar mis dedos en su cabello.
-Hmm... ¿de día?- preguntó despreocupado, volviendo a cerrar los ojos, pero esa actitud no permaneció. -¿¡De día!?- se levantó de golpe. -Joder, ¿a qué hora llegará tu padre?- preguntó lleno de ansiedad.
-Tranquilo, llegará hasta en la noche.- acaricié su mejilla haciendo que volviera a recostarse.
-Vaya, menos mal... no quiero que se dé cuenta de lo que pasó anoche, preciosa.- rió.
-No lo hará, tranquilo. Tendremos más cuidado ahora.- descansé mi cabeza sobre su pecho.
-Mierda, anoche casi nos descubren en esos malditos vestidores.- dijo divertido, mirando al techo.
-Lo sé, pero no quería esperar más tiempo. Me pusiste muy caliente.- dije sonrojada.
-Sí y vaya que lo demostró, señorita. Tuvimos que hacerlo dos veces porque usted no tenía suficiente.- solté una carcajada.
-Claro que no, tú fuiste el que tomó la iniciativa de nuevo cuando regresamos.- dije entre risas.
-Tal vez, pero tú te dejaste llevar, preciosa.- dio un toquecito en mi nariz con su dedo índice.
-¿Y cómo no hacerlo?...- me puse a horcajadas sobre su regazo. -Si los Dioses griegos existieran, follarían como tú.- Matt sonrió de oreja a oreja, sin apartar su mirada de la mía.
-No es para tanto, linda...- apartó el cabello de mi rostro.
-Es en serio... ¿dónde aprendiste a hacerlo tan bien?- me recosté boca abajo, sobre lo largo de su cuerpo, sin dejar de mirarlo como una pequeña alumna ve a su profesor.
-Empecé desde que era muy joven, tú sabes eso. Pero tal vez en un mayor porcentaje sea porque desde que inicié... siempre tenía la obligación de complacer, porque de otro modo me darían una paliza.- dijo con una risita nerviosa, intentando con ella cubrir el dolor que sus recuerdos causaban. -Después de que Camila... se fue... empecé con la historia que tú ya conoces también. Pero... nunca había disfrutado el sexo realmente. Hasta que te conocí.- sonrió y acarició mi mejilla.
-Si tan sólo pudiera regresar el tiempo... haría que todo esto hubiera sido diferente.- dije al borde del llanto, dejando un corto beso sobre su mano. -Eres tan bueno, tú no mereces nada de lo que te pasó.- susurré con los labios sobre la piel de su masculina y atractiva mano.
-No...- negó con la cabeza. -Yo no soy bueno, linda. Tú haces que haya algo bueno en mí. Gracias por eso...- sostuvo mi rostro con ambas manos. Sólo subí a su rostro y sellé esa conversación con un dulce beso.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora