No me temas...

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-¿¡Qué dices!?- exclamó apanicado.
-Lo que oíste... Courtney era acechada por partidiarios de tu queridísimo amigo Dallas.- Matt no dijo ni una sola palabra, pero por su mirada supe que la ira lo carcomía por dentro. -Por suerte yo estaba cerca, vi la situación y no dudé en ayudarla. Di algunas vueltas por ahí en mi camioneta para asegurarme que no nos sigueran y después la traje a su casa. Estaba aterrada, así que no quise dejarla sola hasta que se calmara por completo.- explicó.
-Por Dios, Courtney...- acunó mi rostro entre sus manos preocupado. -Te dije que no te fueras sola, te lo dije...- bajé la mirada, evitando la suya.
-Si no fueras un mentiroso, te habría hecho caso.- dije con los ojos cristalinos.
-Courtney...- Matt dejó de hablar en cuanto recordó la presencia de Zacky. -Lo siento...- carraspeó la garganta. -Yo agradezco mucho lo que hiciste por Courtney, Baker...- rodó los ojos.
-Vaya, creí que no lo dirias.- rió Zacky. -Bien, creo que necesitan hablar a solas... yo me voy...- se encogió de hombros. -Oh... ¿Courtney, me permites tu celular?- preguntó.
-Ahm... sí, claro.- saqué mi celular y se lo pasé.
-Este es mi número.- dijo mientras escribía algo en él. -Si me necesitas no dudes en llamarme.- me lo devolvió y puso su mano sobre mi hombro.
-Entiendo, lo haré, gracias...- respondí, mientras Matt nos miraba muerto de celos.
-¿Ya estás más tranquila?- preguntó sin retirar su mano de mi hombro.
-Lo estoy, en verdad te lo agradezco.- la intensa mirada de Zacky, hizo que la mía se fuera abajo.
-Muy bien, entonces me retiro... Sanders...- le dijo a Matt en modo de despedida. Cuando Zacky cerró la puerta dejándonos a mí y a Matt solos, él levantó ambos brazos a los lados y abrió la boca de par en par.
-¿Qué?- pregunté seria.
-¿¡Qué se creé ese imbécil tocándote y pasándote su teléfono!?- preguntó con una voz chillona.
-Sólo me tocó el hombro, relájate.- rodé los ojos.
-Ajaaa... eso lo hizo conmigo aquí ¿¡qué hará cuando no esté presente!?- se cruzó de brazos.
-No dejaría que alguien más me tocara mientras ando contigo.- adopté su misma postura. Su rostro se relajó.
-Amor, lo lamento...- dijo después de un suspiro.
-Vete ahora, ya sabes que no quiero verte.- caminé hacia mi habitación.- él enseguida me siguió.
-Ahh, no, yo creo que no. Ahora que estoy aquí vas a decirme qué carajos está pasando.
-No quiero hablar de eso.- tomé el picaporte de la puerta de mi habitación e intenté cerrar, pero él con un sólo brazo, lo impidió.
-¡No, esta vez no vas a esconderte detrás de una puerta, Courtney!- empujó la puerta, me tomó de los hombros y me puso contra la pared. -¡Vas a decirme qué es lo que hice, porque ya no puedo más con esta culpa y tampoco con tu indiferencia!- puso las palmas de sus manos sobre la pared, a los costados de mi rostro. Su acorralada, mezclada con su tono de voz tan autoritario, me habían hecho recordar sus palabras plasmadas en esa carta, dejando así mi cuerpo temblando. ¿Acaso él podía ser capaz de hacerme lo que tenía planeado hacerle a esa chica? -Courtney... estás temblando, ¿qué te ocurre?- preguntó en un tono más pasivo.
-¿Si no te lo digo qué me harás?- pregunté sollozando.
-¿De qué hablas?- frunció el entrecejo. Tragué saliva, aparté su brazo derecho, liberándome de su acorralada y fui a buscar la carta en mi bolso.
-¿Vas a decirme que esto es mentira, Matthew?- le arrojé la carta, misma que después de rebotar en su pecho cayó al suelo. Matt levantó la carta, la desdobló y al comenzar a leer, su mirada dijo más que mil palabras.
-Courtney... ¿de dónde sacaste esto?- preguntó sin dejar de mirar la hoja.
-¡Niégalo!, ¡niega que eso es real!- saqué la hoja que había cortado de su libreta y la sostuve a la altura de mi rostro. -¡Por eso fui a tu maldito departamento!, ¡quería pruebas y las encontré!- dije entre lágrimas. -¡Es tu misma estúpida letra!- hice bolita el papel y lo arrojé al suelo.
-No voy a negarlo, Courtney... esta carta es real. Yo la escribí.- dijo apenado.
-¡Lárgate!- grité mientras que con mi dedo índice señalaba la salida.
-No, no me iré hasta que te expliqué cómo fueron las cosas.- mantuvo su tono calmado.
-¡Dijiste que mataste a Camila después de lo que te hizo!- grité.
-Así fue... baja la voz, por favor...- suplicó.
-¿¡Así fue!?... ¿¡Entonces por qué explicas en esa carta con lujo de detalle cómo ibas a asesinarla!?- Matt se acercó lentamente, mientras ponía su dedo índice sobre sus labios.
-Por el amor de Dios, Courtney, van a escuchar los vecinos...- susurró.
-¡Me importa un carajo! ¡No me digas que baje la voz cuando estoy así!- me desagarré la garganta con eso último. -¿¡Qué es lo que harás para callarme!?, ¿¡vas a golpearme y a violarme hasta que lo haga!?- Matt negó con la cabeza.
-No, no, no, Courtney... yo jamás te haría eso, linda...- tomó mis manos entre las suyas.
-Suéltame...- me senté en los pies de mi cama, tratando de asimilar lo decepcionada que estaba. -¿Cómo pudiste engañarme?, ¿cómo pudiste hacer todo eso?...- dije entre llanto, con la cabeza gacha.
-Preciosa, escúchame...- se colocó de rodillas enfrente de mí. -Yo no te engañé, todo lo que te dije sucedió justo como lo expliqué...- buscó desesperadamente mi mirada.
-¿Entonces cómo explicas eso?- puse ambas manos cubriendo mi rostro.
-Mi historia es cierta, pero seré sincero... no te la conté completa...- después de escuchar eso, intenté ponerme de pie, pero él lo impidió, sosteniendo mis brazos con delicadeza. -No, no, escúchame...- suplicó. -Tienes toda la razón en estar enfadada conmigo y reconozco que soy un completo idiota, pero ahora te diré absolutamente todo lo que necesites saber...- tomé aire y lo miré esperando a que empezara.
-Yo escribí esa carta el mismo día en que Camila me hizo eso... fue en la mañana. Yo estaba desesperado. No... no sólo era el maltrato físico y psicológico. Como ya te había contado y como también lo leíste en esa carta... yo le robé una gran cantidad de dinero a mi abuela para su rehabilitación. No me di cuenta del gran error que cometía, Courtney... ese dinero era importante... ese dinero Miros lo tenía reservado para una cirugía...- mi llanto paró de lo centrada que estaba, escuchando cada lastimosa palabra que salía de la boca de Matt. -Miros tenía un tumor maligno en el estómago... y necesitaba una cirugía urgentemente. Yo no sabía de eso, ella jamás me lo dijo, hasta que buscó ese maldito dinero.- sus ojos se tornaron llorosos. -De haberlo sabido jamás lo hubiera hecho, Courtney, jamás...- sollozó. -Ella comenzó a tener complicaciones, estaba internada en un hospital y no iban a tardar en correrla de ahí porque no tenía más dinero para pagarlo.- me quedé fría con lo que Matt estaba contando. -Estaba desesperado... y le tenía tanta rabia a Camila... que hice ese plan. Pero justo después de enviar esa carta al desgraciado hijo de perra que de seguro te la entregó... supe que no podía hacerlo... no podía matarla, no podía hacerle eso, no tenía el valor de hacerlo, porque yo la amaba, Courtney, en verdad lo hacía...- colocó la mano derecha sobre su frente y continuó. -Cuando esa noche transcurrió y después de que Dallas y yo nos deshiciéramos de los cuerpos, Miros empeoró... necesitaba esa cirugía o moriría...- explicó entre lágrimas. -Fue ahí cuando no tuve otro remedio más que robar dinero a las víctimas de mis tan crueles actos. Asesiné a varias chicas de la alta sociedad y sólo así pudr juntar el dinero para mi abuela. No era seguro que se salvaría, pero no podía perderla por mi culpa... ella era lo único que tenía...- no pude evitar sostener su mano derecha con fuerza.
-Matt... ¿todo lo que dices es cierto?- tomé su rostro entre mis manos y lo hice mirarme.
-Totalmente. Y entiendo si no me crees ahora, pero tú puedes ir a preguntárselo a Miros, cuando gustes...- limpió las lágrimas de su rostro. -No dije nada de esto porque a día de hoy aún me siento muy avergonzado...- concluyó. -Por favor, perdóname... sé que no debí haberte ocultado eso, pero es muy difícil para mí. Courtney, yo... yo no quiero que tú te alejes de mí...- puse mi dedo índice sobre sus labios, haciéndolo callar.
-Shhh...- me incliné hacia sus labios, dándole así la mejor cura para su llanto. Podía sentir sus mejillas húmedas y sus besos salados, pero sus sollozos habían por fin cesado. -Te suplico que no me temas, porque primero me haría daño a mí mismo que a ti...- pegó su frente a la mía.

I'm Your CrimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora